martes, 31 de diciembre de 2019

El hombre que sujetaba dos montañas


Allá por un lugar antiguo pasaba una comitiva de sabios y sobre una colina encontraron a un hombre musculoso empapado en sudor. El hombre tenía sobre sus hombros dos grandes montañas y parecía sostenerlas con esfuerzo. Los sabios hablaron entre ellos en susurros y, sin preguntarle al hombre, decidieron ponerle nombre a sus montañas. Les pareció propicio llamarlas Orgullo e Ira. El hombre seguía sosteniéndolas, parecía no escucharles, pero ellos se pusieron a gritar “¡suéltalas, suéltalas!”, y el hombre, al final, acabó soltando una montaña. Ira cayó sobre la mitad de los sabios, aplastándolos. Ahora, con solo una montaña sobre sí, con un hombro descubierto, el hombre no encontraba el equilibrio y danzaba en círculos a fin de no caerse. Los sabios sobrevivientes, temerosos de que les cayese encima, empezaron a gritarle que tirase la montaña que le quedaba lejos de allí. El hombre así lo hizo, Orgullo fue a parar a mitad del desierto y allí se convirtió en arena. Entonces los sabios vieron cómo el hombre, liberado de las dos montañas, con pavor en el rostro, empezaba a levantarse del suelo, sin poder agarrarse a nada, ascendía y se perdía como un globo entre el cielo despejado. Los sabios que quedaban cruzaron la colina sin recordar nada que no les interesase recordar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario