viernes, 28 de febrero de 2014

No-Título

No más tristeza, y aunque esta vaya a volver, por un tiempo me mantendré en el limbo de la extrañeza. Miraré a la gente, oh sí, os voy a mirar a todos. En el metro, además de mirar los zapatos de la gente, como en clase, miraré un poco más las caras, y creo que les empezaré a asignar historias, pero no las normales, carentes de todo, sino historias absurdas. También querría cumplir lo de tomar algunos datos de personas desconocidas y escribir sobre sus vidas, aunque esto, si lo hago, probablemente se lo haga llegar a través del viento, que hoy hace mucho, a la bruja de los ratones. También, quizá, utilice a la gente, les pare por la calle si les veo sin prisa y malas pulgas, y les diga, sin dejarles hablar, cómo es su vida, y las cosas que les imagino. La verdad es que es una pena no tener ya lugares en Muy Lejano a los que viajar. Me gustaba leer en Renfe, me gustaba imaginarme tumbado en el suelo esperando el tren, como si estuviese en un cama, dibujando, leyendo o escribiendo. Quería tener el blog algo ordenado y limpio, más o menos como está ahora, para inventarme citas en papelitos, seguidas de la dirección del mismo, y dejarlos en los asientos, para que algunos fuesen leídos. Me hubiese gustado recitar actuando alguna de mis frases de teatro como "(con voz grave)En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios (con voz de pito) ¿En qué Calisto? (de nuevo voz grave) En dar poder a la naturaleza para que de tan perfecta hermosura te dotase, y en hacerme a mi, in mérito, tanta virtud que verte alcanzase...etc y eso"
Pero ¿Qué puedo hacer ahora que no tengo Renfe? Fácil, comprar alguna especie asiática que te haga toser y sonreír, e ir echándoselo a las situaciones más sórdidas de la vida, un momento, ¿Es "sórdido" la palabra que quiero? creo que no, pero suena bien, la cambiaré por "aburridas" o algo así.

A partir de ahora creo que más de uno va a pensar que estoy loco, pero si todo sale bien, no me importará la opinión de la mayor parte de la gente.

PD: Adoro cuando una película empieza con la voz de un narrador. Ponerme un poco de narrador diseminado por una película y esta me gustará... probablemente.

Un beso que echo al aire, va para las personas a las que he hecho daño, las especiales, los enemigos y para el resto de personas, para todo el mundo, vamos. (Juro solemnemente que esto último no lo quería poner y ha tomado forma, así que perdonen a mi cabeza, mis manos, mi alma o lo que quiera que haya sido el responsable).

Crisis en el despacho Oval

-Señor, tenemos un problema.
-¿Cuál?
-En una fiesta de cumpleaños, un chico ha pedido un deseo justo antes de soplar las velas..
-Es lo normal ¿no?
-Sí, pero lo que ocurre es que las ha apagado todas, de una sola vez y aun así, una apagada, estaba encendida.
-¡Cómo puede ser eso!
-Apagó la llama, pero aun así había una especie de combustión interna.
-Cielo santo...- El presidente se llevó la frente a la mano -Esto es horrible...
-Señor, aun hay más, el chico, al ver que así seguía la vela, sopló más.
-¡¿Y qué pasó?!
-Pues que la mecha de la vela se empezó a consumir más rápido.
-¿Y?
-Pues que en esa casa las velas se encienden un momento, se soplan y se guardan para el día siguiente cumpleaños.
-¿Entonces dejó de soplar?
-Si.
-Es el caso más difícil al que nos hemos enfrentado.
Entró corriendo un hombre en la habitación y le dijo algo al oído del hombre que estaba de pie frente al presidente.
-Vaya, parece que la vela se ha apagado al fin.

Lo que nadie sabía es si al tardar tanto la vela en apagarse, el deseo se cumpliría o no.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Polvo.

Ante el caos en el que se había convertido su vida, creó una casa en su imaginación y la perfeccionó durante meses. Sí la hizo grande, y a las afueras, pero para nada era bonita. Creó lo que en otro tiempo fue una mansión, pero dejó que el tiempo la tomase y se sucumbiese a la anarquía de las plantas.

Cuando un día el suicidio saludó como posibilidad, no lo dudó, cogió del perchero la chaqueta y un nombre falso, Biecen Torson, y en coche se dirigió al número 25 de ninguna parte. Supo dónde era, pues había dedicado un par de días a imaginar los alrededores.
La casa era perfecta, aterradoramente perfecta. Por si acaso, antes de entrar, creó a dos muchachos, no con mucha gana, pues a uno hasta se le olvidó ponerle una oreja. Los llamó David y Davicín, al primero le dio un arma y le dijo que esperase fuera y al otro lo hizo chiquitito y se lo metió en un bolsillo de la chaqueta. Y entonces, entró.

Durante los primeros pasos, la oscuridad era total, pero llegó un momento en el que cada zancada aclaraba un poco la sala y su cabeza y así, después de andar mucho, se encontraba mejor y estaba en un bonito salón. Una mujer rubia le quitó la chaqueta desde detrás y se la llevó de la sala y enfrente de él apareció un hombre con un polo verde.
-Siéntate- Y su sonrisa fue la más cálida nunca antes vista.
Le sirvieron bebidas varias y unos trozos de pastel bastante jugoso. Además de la mujer rubia y el hombre de polo verde, también apareció una adolescente vestida de negro y con los ojos pintados, una anciana con un vestido de flores y un hombre muy atractivo con traje.
Llegó un momento en el que empezaron a aparecer todas las personas de su imaginación, pero solo pudo fijarse, con lágrimas en los ojos, de los primeros a los que había creado, Juan el Pepe, Jimy Ferlopez, Eustaquio Peluda, Jimfor Ever y los tres caballo-unicornios, Sispir, Chimenea Ardiendo y el tercero, del que nunca se acordaba del nombre, pero tenía algo que ver con el agua.
Las cuatro veces que Biecen Torson se disculpó diciendo que ya era tarde y que debía marcharse, la mujer rubia le cogió suavemente de los hombros y le sentó.
Pasó el tiempo y encontró el amor, amigos, tranquilidad, felicidad...

Pero un día... La puerta por la que una vez entró, la del salón, se abrió de un portazo y entró Davicín, empapado en sudor y sangre y gritó
-¡¡¡Es una trampa!!!
A la mujer rubia se le abrieron los ojos de manera descomunal
-¡Quién es ese!- Y mientras lo decía, su tono de voz cambió volviéndose muy grave.
Biecen Torson notó que todo empezaba a cambiar, la adolescente de negro se agachó y empezó a jugar con juguetes de niño pequeño, la anciana comenzó a reír a carcajadas y el hombre de traje, sentándose a su lado, envejeció cincuenta años de golpe. El hombre del polo verde vació de un trago su taza de té, cogió otra y la acabó de un trago y tras esto empezó a beber directamente de la tetera. El resto de sus nuevos amigos desaparecieron por una puerta. Entonces, la mujer rubia mutó, sus uñas crecieron, se le alargaron los colmillos y sus ojos se hicieron verdes brillantes. Davicín corrió hasta la puerta por la que todos se habían marchado y luchó con el picaporte, pero hasta allí llegó de un salto la mujer rubia, que de un rápido movimiento con la mano, le sesgó la garganta, dejando una línea roja en la pared. Ahora que ella le daba la espalda, Biecen Torson supo que sería su única posibilidad, salió por donde una vez entró y se puso a correr. Aunque se internó en la oscuridad y oía a la mujer rubia gritar cerca de él, en alguna parte, no se dio la vuelta. Finalmente chocó contra algo y le abrió la puerta a la luz. Al salir sí se dio la vuelta y vio cómo la casa se derrumbaba frente a él, convirtiéndose en polvo.
Estaba a punto de darse la vuelta cuando de los escombros salió gritando la mujer rubia, abalanzándose sobre él... Un sonido hueco y a la mujer, aun en el aire, se le destensó la cara y le apareció un resplandeciente punto rojo en la frente. Al caer al suelo, sus rasgos volvieron a la normalidad. Asombrado, Biecen Torson se dio la vuelta para descubrir a David, con el arma aun humeante en brazos. Apenas sin gesticular, este le dijo.
-¿Qué? ¿Nos vamos?

martes, 25 de febrero de 2014

venganza y joyas

Eran dos hombres los que se acercaban a la casa por detrás, uno parecía inseguro, se llamaba A. El otro, al que se le había ocurrido el robo tiempo atrás, estaba momentáneamente distraído, pero más seguro en el fondo, se encontraba en una de esas situaciones en las que debes defender tu causa hasta que todo haya caído, se llama M.
¿Por qué uno se llamaba y el otro se llama? Fácil, porque uno está muerto y el otro no.
Llegaron a la puerta de la parte trasera que estaba abierta, lo cual no era raro, y sin vigilar, lo cual sí lo era a no ser que supieses, como sabían A y M, que O estaba compinchado con ellos y esa noche curiosamente no aparecería en su lugar de trabajo.
Elizabeth, que por las horas que eran ya estaba en bata roja, peinaba sus rizos con parsimonia frente al espejo del baño. Antón bebía y fumaba productos caros en el salón, con los pies en uno de esos apoyadores de pies. Macúo, el mayordomo, terminaba de secar el último plato de la vajilla y pensaba en preguntar al señor si le apetecía ser acompañado, pues le apetecía bastante beber.
Macúo se giró al tiempo que dos hombres vestidos de maneras bastante extrañas entraban por la puerta del servicio. El primero de ellos se sorprendió al verle y le apuntó con una pistola.
-¡Alto!-Exclamó
Macúo, veloz, desapareció por una puerta.
-¿Qué pasa aquí?- Era Antón, aun con el vaso en una mano y el puro en la otra.
Sin pausas ni tonterías, el arma de M disparó, volándole los sesos.
¿Sorprendente verdad? Digo la sangre, la rapidez y el disparo innecesario, pues se debe a que a O le conocían ¿no? pues le conocían porque M había sido su compañero, y fue despedido por Antón, después de meses de insultos. M no tenía mucha empatía que digamos.
-Aaahh-Apareció Macúo, como loco, con una espada de varios siglos atrás sobre su cabeza.
Esta vez fue el arma de A la que abrió fuego, y ante la indisposición de Macúo a morir, disparó tres veces.
Abrían cajas pequeñas buscando cosas de valor, fáciles de llevar.
A subió al segundo piso, pasando al lado de una mesilla presidida por la foto del viejo tío R, y entró en el baño. Murió dulcemente, pues ni vio a Elizabeth, ni a su cuchillo, no vio nada.
M huyó corriendo, venganza y joyas ¿Qué más se puede pedir? Yo le esperaba en la camioneta con el motor en marcha, arranqué a su "corre corre". Mientras nos alejábamos pensé que qué curioso, Juntando los nombres de mi compañero, el otro muerto, el de la foto y el vigilante, salía la palabra AMOR, que curioso, si, también pensé en escribir lo sucedido y me había gustado lo de "venganza y joyas".



He de decir que estoy muy descontento con este escrito.

lunes, 24 de febrero de 2014

Benvenuto.

-¡¿Pero qué es esto?!
-¿El qué señor?
-He mandado a los emisarios del Barón a anunciar sus escritos, ¡después de tanto contratiempo y depresión de este! y ahora... ¡Y ahora sacas unos escritos horribles que desordenan lo ensucian todo con polvo!
-Pe.. pero.. el Barón me dijo...
-Oh ¿Si? Dime dime ¿Qué te dijo el Barón en su benevolencia de niño pequeño?
-Pu.. pues que quería algo grande- y aquí se motivó y perdió algo de miedo- Algo que les llegase a todos y no les hiciese sonreír o aplaudir, sino que les cautivase el alma, quería algo grande, algo que perdurase y que...
-¡MENTIRA! ¡El Barón no sabe lo que quiere! ¡Es un niño pequeño! ¡El Barón necesita novelas largas con principio que enganche, nudo interesante y final inesperado! ¡El público no busca esto!-Le arrancó el papel de las manos y, arrugado, le empezó a golpear con él- ¡Esto no es "arte", esto no es "inteligente", esto solo es rebuscado porque eres idiota!- Lle empujó y le tiró al suelo.
Ya fue cuando el muchacho, con lágrimas de rabia en los ojos, se levantó, cogió el bolígrafo y pegándose al hombre mayor, acercando sus labios al oído de este, susurró.
-¿Ah sí? Pues ahora las historias se las escribes tú- Poniéndole el boli en la mano.
De un portazo abrió la puerta de la cocina y se marchó por el campo alumbrado alegremente por el sol.
Cuando se repuso, el hombre canoso murmuró.
-A ver que le digo yo ahora al Barón.

Porque yo no sé escribir.

Ya no sé escribir, que curioso. Distraído hago un cuento ¡Y qué magnífico cuento! Todos lo alaban, me meten billetes en el bolsillo y me dicen que haga más, y claro, ahora que sus ojos me vigilan sonrientes apenas sin parpadear, pues me bloqueo. Si me hubiesen dejado en paz o tan solo hubiesen comentado "buen trabajo chico" dándome una cálida palmada en el hombro, hubiese escrito mil cuentos más sonriendo. Nunca me había fallado la imaginación, siempre había sido bueno en eso, ¿imaginación? ¡plas! no había ni que pedirla, constancia de trabajo no tenía, pero imaginación todo la del mundo. Ahora era al revés, me pegaba a la silla y guardaba momentáneamente los juguetes de mi cabeza en un armario de cuatro patas. Pero aquellos hombres que me miran... No me dejan escribir queriendo que lo haga, me vuelve a asaltar la duda, la de que en realidad no me gusta escribir, la de que si alguna vez lo hago es por algún motivo extraño, pero que en realidad no me gusta, hasta a veces lo deteste. De repente se me ocurre qué escribir. Describo al hombre más gordo, el del puro y sombrero feo, el que si no tuviese dinero se convertiría en arena entre gritos. Le describo tal y como es, o por lo menos como le veo, mientras lo hago me voy enfadando con él, escribo sobre unas falsas gotas de sudor que le salen del cuello y empiezan a gotear en la mesa, formando un charco. Se le va la sonrisa y sin dejar de mirarme saca un pañuelo de algún caro material y se limpia la nuca con educación. Entonces es cuando me empieza a divertir. Más y más, ya no es sudor, sino agua, a borbotones. Recuerdo lo que pensé antes y le quito el dinero, cuando termino de escribir eso, le suena en la chaqueta uno de los primeros teléfonos móviles y nada más descolgar, grita "¡Cómo!", se le cae el puro de los labios y sale corriendo de la habitación. El puro se apaga en el charco que ha quedado en la mesa. Al hombre de mi izquierda se le quita la sonrisa a la velocidad de una bofetada, y ese mismo hombre, de cara de animal carroñero de la Sabana, se acerca corriendo y me arranca el papel de las manos. Él lo acerca a sus ojos, yo escribo siete palabras en la mesa y él cae muerto. En resumen, que no hay resumen, unos acaban muertos, dos mutilados y el resto presas del pánico. Al final recuerdo que no es que no me guste escribir, sino que no me gusta escribir cosas como lo que acabo de hacer, esto y algunas piezas más, como la mayor parte de las del cuaderno del bolsillo de mi abrigo, todas ellas son denominadas "vomitivas" por mi increíble Yo interior mientras se lima las uñas. Finalmente tomo una decisión. En mis últimas palabras dejo escrito que todos sabrán escribir, y serán dioses en ello. Yo, por mi parte, no sabré ni coger un bolígrafo nunca más, también cito que olvidaré y olvidarán, esta escena y lo que he dicho, y me condeno a leer a todo el mundo, envidiándoles por ese arte que tienen.

domingo, 23 de febrero de 2014

El arte de poemalizar

-¿Y tú por que no poemalizas?
-¿"poemalizas"?
-Si, poemalizar, hacer poemas, lo llamo así por tocar las narices, ya sabes.
-Ah... bueno, pues porque no sé.
-¡Pero si es muy fácil! Con solo contar cómo te despiertas es suficiente, mira: "Me levanto
temprano
como temprano morimos
y el sol hace daño
él, implacable bola de fuego
de oro
como oro me falta
el despertador
el obús
de cada mañana
oh Jesús
¿tienes tú dinero para el bus?"
¿Ves?
-Pero es muy raro.
-Pero es hasta más fácil que eso, mira, una vez participé en un concurso en el que solo podías poner título y una palabra.
-¿Y qué tal te fue?
-Genial, gané.
-¿Ah si? ¿cómo era tú poema?
-Es que verás, como en todos los concursos, me presenté dos veces usando un testaferro, una para ganar y otra para tocar las narices.
-¿Para tocar las narices? ¿Y cómo fue eso?
-Mira, en las bases ponía "título y una palabra" así que presenté lo siguiente:
"Señoras y señores del jurado, esto que están leyendo es el título y antes de que digan nada, lean las bases y verán que había un vacío legal en cuanto al mismo. Siendo esto así me puedo reír de ustedes bastante, pues se esperan algo breve y puedo copiar el Quijote, Niebla y los mejores versículos de los libros de derecho que hay en el estudio, y ustedes, si son serios y profesionales, deberán leerlo. Creo que ya he hecho la gracia y, cuanto más alargase esto, sería peor, pues si no les conozco, no tengo nada contra ustedes, pese a que pueda odiar a la humanidad, por todo eso:
Já"
-Vaya, muy... original ¿Y con cual ganaste?
-Decía así:

Mi pene

Enorme.

Dulce fin de amistad

-Y ahora diré algo que nadie entenderá.- Con estas palabras se despidió P.
Se dio la vuelta, subió enérgicamente las escaleras y se perdió en un escenario frente a miles de personas eufóricas por verle.

-Hola, buenos días, buenas tardes y más concretamente, buenas noches. Hoy vengo a hablarles de algo extraño, no miento si digo que había planeado un nuevo discurso y que finalmente he decidido improvisar.
Hoy vengo a hablarles de lo dulce de perder una amistad-Por alguna extraña razón todos callaron sus murmullos e hicieron como la mujer rubia de la décimo catorce fila a la que se le calló la sonrisa. -Conoces a alguien, disfrutas estando con esa persona, sin salir de la más estricta amistad. Quedáis, habláis o hacéis lo que os de la gana, este tipo de amistad se sustenta con que por lo menos la mitad de vuestros gustos, incluso los que no se nombran, son los mismos, sabes que puedes comentar una idea enrevesada, complicada y mal explicada y que la otra persona asentirá a la vez que continúa hablando de lo mismo, a lo que tú asentirás. Si a alguno de los dos le empieza a gustar la otra persona, probablemente sea un falso espejismo, y si es de verdad, más le vale callárselo. Estas relaciones serían imposibles, estas amistades no son algo fundamental en tu vida sino que son un aire fresco, un "salir un momento a fumar".
Bien, pues corto y me voy.
El fin de estas relaciones puede ser activo o pasivo. Si es pasivo ya está, no tiene nada de especial, otra amistad, algo que te robe el tiempo, un distanciamiento que pasa desapercibido... Suele darse como en una relación de pareja, muchas veces, cuando desaparece la magia inicial, se acaba. Ahora bien, si ocurre de forma activa, solo una persona fomenta empujar la balsa para que se aleje del muelle mientras la otra persona, aun en la embarcación, estira la mano y grita "no" de manera muy llamativa, a nadie en estos casos se le ocurre tirarse al agua y nadar hasta el muelle. ¿Por qué alguien quiere que esto pase? Porque es dulce, esto cuesta verlo, este dulzor, por eso dije que nadie me entendería, me tacháis de "loco" o "raro", pero aun así os diré los dos pasos, para convenceros y que luego se os olvide. Toma de contacto, o aviso, o darse cuenta, esto le pasa o uno de los dos, la taza de café no llega a tocarle los labios y se le abren los ojos, por algo que la otra persona a dicho, por ejemplo, hielo, esto es lo segundo, después de la toma de contacto, viéndolo todo con ojos de plato y sumo cuidado, pasa algo, un "púm", algo que la otra persona puede incluso no ver, y se acaba.
No digo que no pueda existir buena relación o incluso amistad en el futuro, pero no lo de antes.- No hubo más aplausos que los de educación, pero claro, ya saben que a P. eso no le importa, y si no lo saben, ya se lo haré saber. No volví a verle hasta que vino a mi casa con una cartera repleta de problemas, pero eso es otra historia. Ah, y que quede claro que yo pienso como P., Juan a veces, yo no.

(Si faltan/sobran comas, tildes, aparecen expresiones incorrectas o algo así, lo siento mucho, no me apetece releerlo pero si publicarlo).

sábado, 22 de febrero de 2014

Se busca calcetín.

Hola, perdón por la intromisión pero tengo un problema de una urgencia inédita, no encuentro mis calcetines. Son negros, gorditos y de ojos calientes. Ayer estaban, y anteayer, el día anterior ya no, se estaban lavando.
Mi cabeza vive en las nubes, mis manos siempre están frías, una pierna me falla los días impares y a la otra le da por bailar, mi tronco juega a ser un supermodelo con demasiadas horas en el bar y mis orejas escuchan lo que quieren, pero ¿mis pies? ellos no molestan, se callan y permanecen calientes, eso sí, siempre que tengan de pareja a mis calcetines.
Busco mis calcetines, a pesar de que los olvide en verano.
Busco a mis calcetines, que apoyo en el radiador para tener un extra de calor.
Busco a mis calcetines, que escriben esta canción.
Busco mis calcetines, amigos de mis zapatos.
Busco a mis calcetines que...
-¡Mamá! ¡Esos calcetines que llevas puestos son los míos!

Hay que ver como es la lana, que se va con cualquiera...

viernes, 21 de febrero de 2014

Cosas de números

Los doses eran los dueños de la tierra, vivían de lujos en sus hamacas y no tenían demasiadas roturas de rutina, por otra parte tampoco las pedían. No todos los doses eran así, había algunos que antaño habían sido la vergonzosa cifra de uno con nueve, pero que a base de duro esfuerzo y pintura granate se habían convertido en doses, aunque doses menores, claro. Estos solían ser los capataces de látigo en mano que azuzaban sin descanso a los unos, los unos blancos, los esclavos.
Por aquella época gobernaba un extraño espécimen, la singular cifra de dos con dos, que casi muere atragantado por una uva cuando vio lo que vio.
Arrastrando los pies, con la vista en el suelo, avanzaba un tres de un verde desgastado por el sol... con un menos negro a un lado. Los doses capataces y algún dos burgués algo más activo le cerraron el paso.
Durante mucho tiempo nadie supo cómo tratarle. Por si acaso le daban placeres, pero limitados, y todos, todos, murmuraban sobre él, incluso los unos, que en él encontraban una distracción a su exhaustivo sufrimiento.
Una noche, varios doses fueron atraídos por unos gritos de dolor y vieron una escena grotesca. El dos con dos había sido arrancado, separado. La coma y un dos se encontraban tirados en el suelo, ya fríos, y el tres, poniendo un pie en la base del dos aun vivo, que no dejaba de gritar, tiraba con la manos del arco y, con un crujido, lo arrancó. Empezó a brotar sangre, y el tres lentamente alzó el arco arrancado sobre su cabeza y, gritando de rabia mientras su verde era goteado por la sangre, partió el arco en dos de otro crujido.
Era un tres, había nacido para gobernar, pero era negativo, así que debía ser malvado.

Augusto Cañaveral

Iban los soldados muy agitados a detener a Augusto Cañaveral, y éste, que les vio venir por la ventana, tomó medidas.
Llegaron los soldados a la puerta y chocaron unos contra otros, pues había una cinta que decía "no pasar" y claro, los pobres no sabían qué hacer. Tardaron varias horas en recibir instrucciones de superiores y para entonces Augusto ya había huido por la puerta de atrás, sin vigilar.

Esto lo escribió el propio Augusto Cañaveral, y cuando estalló la Guerra Civil, un soldado le encontró y dijo.
Hombre, pero si está aquí quien se burlaba del ejercito.
Y mientras preparaba el rifle, Augusto Cañaveral se recolocó las gafas y dijo muy seriamente:
Era un cuento sobre unos soldados paletos, si me matas solo demostrarás que tú también lo eres.
Salió de allí no despacio, con la cabeza alta y vivo.

miércoles, 19 de febrero de 2014

19-24

Aquí es —y en efecto, ahí era.
Los dos hombres se quitaron el sombrero y bajaron las cabezas frente a la tumba que, pese a ser bastante nueva, ya tenía flores secas encima.
¿Cuánto ha pasado ya? ¿Un mes?
Sí —y sacó un arma, se apuntó al ojo y le dijo a la lágrima que mejor volviese lentamente por dónde había venido.
¿Vas a hacer algo por esta celebración?
¿Celebración?
Sí, verás, lo pone en la RAE, "conmemorar un acontecimiento".
Joe, pero no sé... sigue sin parecerme bien, que antes de alegre estoy triste, y entre medias, borracho.
Bueno vale, "¿Vas a hacer algo por ser estas fechas?"
No.
¿No?
No.
¿No? (Mi "¿No?" es para que te expliques, ¿eh?)
Bueno, sí, haré esta entrada y me beberé un chupito de agua a su salud.
¿Fingiendo que escuece en la garganta?
Exacto. Beberé chupitos de agua hasta...
¿Hasta emborracharte?
No hombre no, hasta que tenga que ir al baño, ya sabes...
Sí, sí, claro ¿Unas palabras?
No, las palabras que... que eso, me las guardo.
Entiendo...
Pero sí diré: "Ella tenía unas tijeras y un reloj. Cuando sonaba el reloj, cortaba, todo daba igual, si sonaba, cortaba ¿Por qué duró conmigo algo de tiempo? Porque durante unos meses le escondí el reloj. Cuando escondido en un cajón lo oyó, se oyeron tijeras, y así se acabó".
¿Sabes lo que hubiese hecho yo? Le hubiese dicho a un cerrajero, digo relojero, que hiciese que no sonase, nunca, o le hubiese escondido las tijeras.
No hubiese funcionado. Además, querido, eso era una metáfora.
Entiendo.
Además ayer murió un misterio.
¡Brujas!
¿Perdón?
Nada, nada, que últimamente a veces sin querer se me escapan cosas de una historia y se meten en otra. Sigue, perdón.
Pues eso, que ayer murió un misterio estrangulado por una mentira.
Mi más sentido pésame.
Tengo hambre, ¿te vienes a comer?
Claro.
Oh, voy a usar como final la frase que tantas veces he usado de principio "Hoy conoceré a la chica de mis sueños".
Perfecto —. Dejaron los sombreros junto a las flores secas y se pusieron gafas de sol, pues las nubes empezaban a hacer las maletas.
¿Y sabes qué podemos beber?
¿El qué?
Chupitos de agua.

martes, 18 de febrero de 2014

ñe.

—Pues eso, que este pueblo está muy bien. Lo malo es que son todos ateos.
—¿Pero tú no eras ateo?
—Hombre, a ver... Era ateo antes, porque vivía rodeado de creyentes, pero es que ahora...
—¿Lo que quieres es ir a contra corriente?
—¡Qué va! Si yo lo que digo es que debe haber ateos y creyentes, los unos diciendo que los otros creen en disparates y los otros diciéndoles a los unos que van a ir al infierno.
—Y bueno ¿con qué papel disfrutas más?
—¿Papel? ¡Si yo creo en lo que defiendo!
—¿Hipocresía?
—No Rafael, sentido común.
—Que poquito sentido, pero dime ¿En qué prefieres creer?
—Pues si te soy sincero esto ya cansa. Últimamente, cuando me toca ser ateo, soy tocanarices y cuando me toca ser creyente, creo en un dios más por encima que los condena a todos por no creer en él, a los unos y a los otros.
—¿Y esto cuando empezó?
—En Miranda.
—¿Todo esto es por el divorcio de Miranda?
—¡Pues claro! Me dejó descolocado, ya no sé qué creer, no sé si desde las nubes me sacan la lengua o si el dios de los ateos cumple y me ignora. Aunque claro ¿Según eso debería hacerme solo ateo? ¡Yo que sé!
—Pero...
—¡Miranda, Miranda! ¡Mira qué era bruja!
—Pero...
—¡Eso! ¡Creo en las brujas! ¡En todas ellas! ¡Brujas!
—¿Las que van a la hoguera?
—¡Las que van al infierno! Digo... eso no puede ser, porque el infierno no existe ahora...
—Oye, pero...
—Y claro... esto de las brujas ¿En dónde deja a los hombres?
—Creo que me voy a ir.
—Mejor soy ateo y culpo a Miranda de la muerte de dios o soy creyente y la trato de diablo.
—A la de tres me voy.
—No Rafael, no te vayas, que la conversación estaba interesante.
—Uno. ¡Pero si era un monólogo!
—Era una interesante reflexión en la que estaba bien que fueses testigo.
—Dos. ¡Ya, claro! Qué morro.
—Por los ateos, los creyentes y las brujas ¡Rafael, no te vayas!
—Tres. Ha sido un placer, que vivas bien en tu nuevo pueblo, espero que de este no te echen.
—¡No te vayas, Rafael!
—¡Por Dios! Suéltame.
—¡No! ¡Por dios no! ¡Por las brujas, Rafael! ¡Recuérdalo! ¡Por las brujas!

lunes, 17 de febrero de 2014

Frases por mi.

Porque un escritor tiene que escribir llueva o no llueva, quiera o no quiera.

"La curiosidad mató al gato" "Sí, pero tiene siete vidas".

Un picor me saluda y yo le respondo con la mano.

-He tenido que coger a mi enfado por los hombros, controlarle y hacer que se vuelva a sentar.

Las nubes formaron un dragón que contra el cielo rojizo sobrevoló a los humanos y les dio malas noticias.

Normalmente no, pero a ti no se te admite en mis normalmente.

Estoy cansado como para pensar lo suficiente como para responder a este tipo de preguntas.

"mas o menos" "que sea mas, que menos"

"una vez gané un serio contra un tio serio"

-Tienes algo aquí- señalando al labio, ella se limpia -no no, aquí- dando dos toquecitos en su propio labio

"No lo entiendo" "claro que no lo entiendes, lo entenderías si yo quisiese que lo entendieses".

"Dile hola, que yo me voy".

Y la quería tanto, que si digo cuanto, se me acaba el honor.

Porque los caballos ya no son cabellos si pueden volar.

Y perdió un ojo, pero luego lo encontró.

Y dejó la frase en puntos suspensivos...

El humo de ese avión parece un meteorito.

Llenar el espacio de aire y calor.

"no" susurró, pero solo le oyeron las lágrimas.

"eso no es una flor, es una unflor".

En un mundo de doses apareció un tres, y le mataron por ser uno.

Y ella volvió a aparecer, pero como en todas las segundas partes no tuvo nada que ver.

sábado, 15 de febrero de 2014

Cuento de buenas noches

Papá, ¿por qué ya no me lees cuentos?
Porque papá está triste, hija.
Cuando se murió mamá me leíste más que nunca, y también estabas triste.
Pero es que tampoco tengo qué leerte.
Ahí hay muchos libros dijo señalando la estantería que quedaba fuera de la luz de la lámpara de noche.
Está bien se sentó en la cama, entre la lámpara y la niña, libro en mano.
"Erase una vez un conejito rosa que vivía..."
¿Qué es eso?
El cuento que has pedido.
Pero no es como los otros.
El padre suspiró.
Hija, los otros me los inventaba.
¿Y no puedes hacerlo otra vez? porfaa le miró a los ojos y él, a su pesar, aceptó.
"El arma estaba fría, como el brazo del hombre que, tirado en el suelo, la sujetaba ya sin fuerza. La puerta se volvió a abrir y el comisario se asomó, y, tras echar un vistazo rápido, entró. Jadeaba, tenía el pelo largo pegado a la frente por el sudor y se apretaba con fuerza la herida del hombro que no dejaba de sangrar. Entró y casi sin mirar le dio una patada a la pistola para alejarla del confidente ya muerto. Se agachó frente a la pequeña caja fuerte y de ahí sacó la bolsa de un kilo de cocaína. Con la navaja se hizo una raya y sacudió la cabeza con la nariz ya blanca. Se volvió a agachar y sacó tres fajos de billetes. Paró al oír un ruido, pero antes de sacar el revólver, una voz conocida le tranquilizó.
No me gusta que te lo pases bien sin llamarme.
¿También quieres que lo haga cuando me vaya de putas? y le sonrío a la mujer que poca piel dejaba sin enseñar bajo su vestido rojo. Aunque bueno, te sentirías como en casa, al fin y al cabo eres la reina de las putas.
Ella también sonrió.
Sabes que echaré de menos comentar lo pequeña que la tienes —abrió su pequeño bolso de fiesta, sacó un arma y..."
El padre cerró el libro que supuestamente estaba leyendo, besó en la frente a su hija y antes de apagar la luz se fijó en la sonrisa que se le había quedado antes de dormirse.

jueves, 13 de febrero de 2014

Felichidá

Cuando alguien tiene razón, la tiene. Aunque me cueste reconocerlo.

Y me dijo que hiciese algo alegre, y así me di cuenta de que estaba siguiendo los pasos de lo que me habían dicho hace mucho "cuando estás triste escribes mejor".
Soy hombre de muchas palabras cuando quedan bien, y de otras tantas cuando puedo chinchar y las profecías solo me gustan si las hago yo o si son buenas, por eso fue mi tercer divorcio, el de la bruja.
Bueno, os cuento lo que pasó. Yo, para no meterme en mas problemas y para dejar de enrollarme en la tela de araña que iba colocando por las paredes, decidí dejar la mente en blanco y así, meditando, me trasladé a ese mundo que no tiene dimensiones y es todo blanco. Pero claro, en la paz, está el aburrimiento. Cuando abrí los ojos estaba en una guerra, pero ojo, llevaba sombrero. Me lo quité para poder observarlo, era tan genial, tan precioso... Mientras le dada vueltas en mis manos un silbido de bala rozó mi oído, me lo puse y mientras lo sujetaba con una mano eché a correr. Fue bastante divertido ver la cara de los hombres de la trinchera a la que fui a parar, pobrecitos, se esperaban un pelotón de soldados furiosos y de la bruma tan solo salió un muchacho medio loco aunque eso si, con sombrero ¡Y qué sombrero!
Cuando llegó el hombre de los suministros en su avioneta, le cambié un viaje por una flor que había hecho con un poco de papel albal. Que bonitas eran esas nubes, que pasaban de la guerra y su única preocupación era llover cuando las chicas saliesen a tomar el sol.
Cuando me despedí del aviador (Ojo aquí ¿eh? ojo, que voy a hacer mención en parte a algo que he dicho antes, así que mucho ojo, bueno no, tanto no, solo ojo) le dí una profecía, tendría un medio accidente y tras este encontraría a su futura mujer.
No debí haberme dormido en aquel tren porque me salió el Universo Blanco al paso y tropecé con él. Al despertar había otra vez caos, y este era del que no tiene sentido, que es peor. Tres hombres lobos asustaban a la gente proyectando sombras gigantes y, aprovechando el frenesí, decidieron invadir los extraterrestres, y como estos usaban armas de láser rojo de las que provocan fuego la que se lió... Que conste que de ahí me fui por pereza, porque poner orden ahí debía envejecerte unos siete años.
Amor, mi historia necesitaba amor pero Ña, no tenía tiempo. Así que me compré una historia de amor de kiosco, pero sin pagar el extra de lágrimas en la despedida.
Ya a punto de llegar a mi casa me topé con dos hombres de lo más curiosos, uno tenía el mérito de haber sido el primer pistolero en limpiar todo un pueblo de bandidos, allá en el Oeste y también de haber sido el primer Sheriff en luchar en la guerra de Marruecos, imagínenselo, un cow boy contra hombres de turbante, caballo y sable. Recuerdo que a él le regalé pelusa de bolsillo pero, por si sonaba a poco, se lo entregué en una carísima ceremonia en palacio. Al otro hombre le regalé un silencio de respeto, y eso que él tampoco habló, pero su barba, que barba madre mía, amplia en sus tres direcciones, blanca, franja negra, blanca, franja negra y blanca, que barba, casi tan chula como mi sombrero.
Llegué a casa, y no se esperen un gran final, es que creo que creen que esto es ficción o algo así, Pif, que nu Puz, les digo. Bueno, esto de meditar cansa mucho, así que dormí, dormí sin soñar, pues ya había gastado el cupo del día.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Como lluvia en el tejado.

Y así, otra vez, subió al tejado. Lo hizo con cuidado porque llovía mucho, muchísimo. Todo lo salía mal, supuestamente ese era el día que iba a emprender el viaje y no le habían dejado, en el último momento, y no era porque lloviese, él estaba dispuesto a emprender la marcha cuando saliese el sol, pero nada.
Ahí arriba, de noche, sintió frío y se sintió algo estúpido, por lo que las lágrimas llamaron a los ojos y como el no las quería dejar, empezó a gritar, callado por la lluvia, para que nadie le oyese. Gritó y gritó ¡Gritó! y al final las lágrimas le ayudaron a gritar. Cuando la garganta se le negó a continuar de puro dolor, se tumbó sobre las tejas frías y resbaladizas. Por lo menos ese día la luna era luna, no traía misterio con ella. Él, hizo mal y dejó pasar a un recuerdo, no pudo cerrar la puerta a tiempo y entraron en tropel tantos platos rotos, tantos "no" a mala leche, tanto desprecio y aquella indiferencia. Pidió un poco de agua a la lluvia para ponérsela en los ojos, y volvió a gritar, y a gritar y a gritar, como para encender las luces de todos los dormitorios en una película de dibujos, Gritó y GRITÓ, gritó mucho. Y cada vez que lo digo, es porque lo hacía más desgarrado, más perdido, más triste y con esa sensación que no se sabe qué es. Gritó ¡¿Y ustedes?! ¡Griten con él! ¡Él les necesita! Griten, libérense, griten a la luna para que se vaya, griten a la lluvia para que encienda chimeneas, seque charcos y lo ponga todo verde. Solo griten.
Griten.
Gritó.
Y murió de tanto gritar.



-Adolescentes-

Paga por tus errores

-No hagas eso.
-¿El qué?
-Vamos a ver, la has cagado ¿no? Pues no intentes tragártelo todo, digerirlo y hacer como si no hubiese pasado nada, te esperas, dejas que te escueza por desagradable que sea y cuando llegue el momento, sentirás como un alivio.
-¿Y por qué? Es más fácil así, como dijo mamá, crezco con los errores ¿no? Pues asumo todo esto, lo veo desde un punto de vista alejado y...
La bofetada sonó por toda la habitación y tras esta, silencio.
Los ojos del que estaba sentado, traidores, se humedecieron.
-¡¿Pero cómo te atreves?!- Y mientras se levantaba la segunda bofetada le tiró al suelo. Solo un gemido ahogado.
-Y ahora, ahora me vas a escuchar- El hombre del traje se limpió una gota de saliva de los labios que le había salpicado- Me da igual cómo eres, me da igual que te hayas construido un mundo, me da igual que te creas especial, diferente, único, la verdad es que no eres nada, eres lo que haces, y tú no haces nada. No porque una chica te sonría le gustas, no porque haya habido una casualidad la suerte está de tu parte, no porque te hayan dicho que escribes bien eres el mejor escritor, no porque fueses algo listo tu inteligencia o, en su ausencia, tu astucia te hacen superior y no porque necesites un Destino como otros necesitan un Dios te va a ir bien ¿Entiendes?
Estiró el brazo y le retiró la cabeza hacia atrás cogiéndole del pelo.
-QUÉ SI ENTIENDES, HE DICHO- no obtuvo respuesta- está bien ¿Eso quieres? ¿Quieres que te diga las realidades? ¿quieres que te diga las verdades de las que huyes?
-no... no por favor.
-Bien, no me gusta insultar, y menos usar la violencia, pero no miento si digo que eres un montón de mierda ¿Y ahora qué? ¿vas a escribir sobre esto y decir "yo he tenido esta experiencia que, al abrirme los ojos, me ha hecho superior a todos vosotros"?
-n...no.
-¿Seguro? ¿seguro que no lo dices para que te deje en paz? Eres tan gusano que de "ser una persona normal" harías que pareciese que eres aun así superior pensando "al saber que soy normal, soy superior"- Y le propinó una patada en las costillas. Entonces, con cuidado se agachó quedando su cabeza cerca de la de él, y habló en un susurro- ¿Cuándo piensas madurar? ¿cuándo vas a dejar de obsesionarte por todo? ¿cuándo vas a empezar a pensar en las cosas como realmente son?
Despacio se levantó, le agarró una pierna y salió de la habitación arrastrándole. Bajó las escaleras con su pierna aun cogida, con la espalda llena de "¡loco!"s, abrió la puerta y con una fuerza increíble le tiró a la calle. El aire frío le recordó el dolor de la mejilla.
Se sentía como si la Realidad le hubiese abofeteado.

Respondiendo al comentario.

"Y qué pasó con Juan?"

Fue un curioso comentario, especialmente porque en esa entrada no aparecía él, Juan.

Sin contar las excepciones, sus muertes y la ocasión en la que formó parte de una trinidad, Juan ha sido siempre y será Juan Muñoz. Funciona como cualquier ser solo que si le mato, no creo que dure muerto mucho tiempo, no le van esas cosas.

¿Que qué pasó con él? Pues no se... Nada, hace poco ha terminado una historia de amor con final triste, y antes de eso viajó a la tierra amarilla a tomar notas de la mujer buena para traérmelas. A la par de estas cosas me está ayudando a resolver un asesinato, un suicidio y un misterio, pero que no tienen que ver entre sí ¡Y hasta hoy me ha propuesto reabrir el proyecto del cine! No está loco ni nada. Algún día quizá le vuelva a presentar a Marta, para que corra el mismo destino que Daniel o a Nadia, para que le saque de quicio.

¿Cuándo yo crezca, él lo hará? Seguramente tenga siempre la edad que requiera la historia.

Creo que le voy a mandar a la guerra, para que se lleve mis penas y las olvide por ahí y, a ver si con suerte, me trae un par de balazos a su vuelta.

corto, como la vida misma

Cada semana hacía una pregunta extraña, la penúltima fue "¿Cómo se olvida a alguien que sigues queriendo?" y la última fue "¿Irías a mi funeral?"

sábado, 8 de febrero de 2014

joe...

¿Qué había sido? Nada en concreto. Solo verla en aquella foto, su cara, que sin decir nada especial, lo decía todo. Volví a sentir la tristeza, así, de golpe, fuerte, la sentí como una manta que te echas por encima pero por dentro de la piel. Se me fue la temperatura, no sentía ni frío ni calor. Era desagradable, algo trepaba por mi garganta y, si pensaba en ello, era peor. Quería que se fuese, o que apareciese de una vez alguien que con un espejo que no refleja, me hiciese olvidar. No era justo, las ideas tristes venían y bailaban como hojas al viento. No era justo, no lo era.

jueves, 6 de febrero de 2014

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Ernesto Eldelahistoria se compró un barco de vela para ser pirata un año y, para su desgracia, no encontró ningún barco digno de ser asaltado. Cuando llegó a puerto vio un barco-museo, reconstrucción de la Santa María, y entusiasmado lo asaltó a cañonazos.
Ernesto fue a comisaría con una sonrisa en los labios y un parche en el ojo.