Llegaron los soldados a la puerta y chocaron unos contra otros, pues había una cinta que decía "no pasar" y claro, los pobres no sabían qué hacer. Tardaron varias horas en recibir instrucciones de superiores y para entonces Augusto ya había huido por la puerta de atrás, sin vigilar.
Esto lo escribió el propio Augusto Cañaveral, y cuando estalló la Guerra Civil, un soldado le encontró y dijo.
—Hombre, pero si está aquí quien se burlaba del ejercito.
Y mientras preparaba el rifle, Augusto Cañaveral se recolocó las gafas y dijo muy seriamente:
—Era un cuento sobre unos soldados paletos, si me matas solo demostrarás que tú también lo eres.
Salió de allí no despacio, con la cabeza alta y vivo.
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