En teatro nos imaginamos
de pronto el suelo cubierto de cubos de pintura. Había que verlos con detalle,
los míos eran blancos, manchados por fuera, destapados, bastante llenos y con
un asa de metal muy fina que se te clavaba en los dedos cuando los cogías,
porque luego había que cogerlos, sentir su peso y disfrutar lanzando su
contenido contra las paredes. Mis cubos pesaban tanto que si no hacía bien en
arco, la pintura no volaba y caía en el suelo manchándome los pies. Era el
primero de los ejercicios físico-psíquicos, luego hubo que cerrar los ojos y
visualizar nuestro propio corazón. Yo lo veía de frente, como si fuera una
cámara atravesando piel y músculo, internándome en las paredes donde un corazón
latía serio. Entonces nos dijeron que viésemos cómo el corazón empezaba a
subir, pero como yo seguía entre los recovecos mal iluminados del cuerpo, solo
podía ver cómo el corazón subía como si flotase y cómo se daba cabezazos contra
el techo como un pato de goma que flota en el agua y se da cabezazos con algún
techo. Pero nos decían que el corazón no dejaba de subir y el mío no podía
flotar más, hasta que dijeron que viésemos cómo subía por encima de nuestras
cabezas. Entonces hubo que sacarse el corazón del pecho y la única manera que
tenía de salir era atravesarlo. Solo que no lo hizo solo, como la pera de
Newton, el corazón salió aún conectado a todas las venas y arterias que seguían
unidas con mi interior y así según subía tiraba de mí, se me levantaba el
hombro y me abrasaba el pecho. Dijeron que entonces viéramos los corazones de
los demás, cómo se elevaban tan alto y el mío a un metro de mí, destrozándome.
No podía cortar las cuerdas rojas porque entonces dejaría de sentirlo y sería
solo imaginar que veía flotar un globo con la forma de un corazón. La gente
parecía liviana y feliz, nos dijeron que entonces nos dijéramos ya sé qué lo que es el amor y me sonó a
insulto pensar que el sentir que tiran de ti por todos los puntos de dentro de
tu pecho con la fuerza de un cometa es algo bueno o es amor. Así que anduve
mintiendo, la gente decía la frase en un suspiro y yo la repetía, por algo soy
actor.
Después hubo que
imaginarse que el corazón empezaba a pesar y se hundía más y más. Acabé
sosteniéndome con una pierna, completamente volcado por el peso de esa piedra
que seguía atada a mí. De nuevo hubo que mirarse a las caras y decirse ya sé lo que es el amor a lo que había
que responder sí, lo sé y yo andaba
actuando fatal, casi sonriendo, porque el corazón pesaba, pero no tiraba. Al
final hubo que limpiarse de emociones y a mí no se me ocurrió mejor idea que
imaginarme cortando aquellas tiras rojas.
Una compañera dijo que
se imaginó cómo su corazón se perdía en un agujero negro, otra que casi se
asfixia cuando el corazón le salía por la garganta.
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