domingo, 15 de junio de 2014

El sentido del humor de este antiguo general.

Juro que no sé muy bien de qué estoy hablando ni de qué voy a hablar. El libro que me estoy leyendo no me está gustando y opino, perdón por la expresión, que el autor no tiene ni puta idea de qué es el desamor. Yo ya soy un veterano, y no uno con la chupa llena de condecoraciones, sino uno que ya descansa jubilado en casa y les cuenta a sus nietos batallitas, nunca mejor dicho. Y, dejando a un lado el escritor éste y siguiendo con la metáfora, todo militar con tormentosos episodios en el pasado se desvela gritando de vez en cuando, y eso me pasa a mí también, les pasa a todos los que (aviso de ¡pum! romanticón) amaron y… ¿cómo sigue esto? ¿“amaron y ya no aman”? ¿“amaron y ya no son amados?” porque, señor juez, yo ya no amo, amé y tal vez algo me persigue, pero para nada amo, que conste en acta. Bueno, lo que iba a contar, abro el ordenador, lo que al ser un portátil sería subir la pantalla, y veo una foto de aquella batalla (“batalla” como parte de la metáfora, significando ex amada o yo qué sé, estoy usando terminología desconocida para mí y que, siendo sinceros, no me gusta nada), y en vez de hacer fiiiiiuu, coger el móvil o visitar ciertas páginas que me están prohibidas (prohibidas por motu proprio y amenazas severas de una amiga, no es que sean pornográficas o algo así), me he reído, sí, se me ha escapado la risa, y no solo eso, sino que he ido a buscar en la RAE si era “motu propio” o “motu proprio”, como ha resultado ser, y me la he vuelto a encontrar, a ella, a la batalla en cuestión, y, con su no sonrisa y sus ojos siempre tan significativos, parecía que me iba a decir algo, algo que probablemente hubiese sido medio malvado y me hubiese destrozado, pero le he dicho “un momento” y tras buscar lo que iba a buscar, eso mencionado por ahí arriba, he vuelto a pasar por delante de ella pasando a su vez de ella y he vuelto aquí, al escribir, que no sé por qué lo estoy escribiendo a toda velocidad, creo que es porque si dejo de escribir un poco me puedo poner a pensar, cosa sin duda nefasta, o yo qué sé, quizá si voy lentamente se me ocurre el qué escribir a continuación, lo que provocaría un atentado contra la norma que he jurado al empezar este escrito. En fin, creo que aquí y por ahora ya he terminado, lo malo es que no sé cómo terminar, lo que, de no hacerse bien, puede quedar muy brusco, lo cual no quiero. En fin, este antiguo soldado creo que se va a ir a leer al novato que ha escrito un libro sin tener ni idea del tema principal, y de la que va, parará un momento para dedicarle una brusca sonrisa, para nada sonrisa, a aquella batalla que le asalta diciendo “aquí no ganaste”, para que el general le responda “ni falta que hace, cuando se lo cuento a mis nietos les gusta más que de vez en cuando pierda una pierna”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario