Juro
que no sé muy bien de qué estoy hablando ni de qué voy a hablar. El libro que
me estoy leyendo no me está gustando y opino, perdón por la expresión, que el
autor no tiene ni puta idea de qué es el desamor. Yo ya soy un veterano, y no
uno con la chupa llena de condecoraciones, sino uno que ya descansa jubilado en
casa y les cuenta a sus nietos batallitas, nunca mejor dicho. Y, dejando a un
lado el escritor éste y siguiendo con la metáfora, todo militar con tormentosos
episodios en el pasado se desvela gritando de vez en cuando, y eso me pasa a mí
también, les pasa a todos los que (aviso de ¡pum! romanticón) amaron y… ¿cómo
sigue esto? ¿“amaron y ya no aman”? ¿“amaron y ya no son amados?” porque, señor
juez, yo ya no amo, amé y tal vez algo me persigue, pero para nada amo, que
conste en acta. Bueno, lo que iba a contar, abro el ordenador, lo que al ser un
portátil sería subir la pantalla, y veo una foto de aquella batalla (“batalla”
como parte de la metáfora, significando ex amada o yo qué sé, estoy usando
terminología desconocida para mí y que, siendo sinceros, no me gusta nada), y
en vez de hacer fiiiiiuu, coger el
móvil o visitar ciertas páginas que me están prohibidas (prohibidas por motu proprio
y amenazas severas de una amiga, no es que sean pornográficas o algo así), me
he reído, sí, se me ha escapado la risa, y no solo eso, sino que he ido a
buscar en la RAE si era “motu propio” o “motu proprio”, como ha resultado ser,
y me la he vuelto a encontrar, a ella, a la batalla en cuestión, y, con su no
sonrisa y sus ojos siempre tan significativos, parecía que me iba a decir algo,
algo que probablemente hubiese sido medio malvado y me hubiese destrozado, pero
le he dicho “un momento” y tras buscar lo que iba a buscar, eso mencionado por
ahí arriba, he vuelto a pasar por delante de ella pasando a su vez de ella y he
vuelto aquí, al escribir, que no sé por qué lo estoy escribiendo a toda
velocidad, creo que es porque si dejo de escribir un poco me puedo poner a
pensar, cosa sin duda nefasta, o yo qué sé, quizá si voy lentamente se me
ocurre el qué escribir a continuación, lo que provocaría un atentado contra la
norma que he jurado al empezar este escrito. En fin, creo que aquí y por ahora
ya he terminado, lo malo es que no sé cómo terminar, lo que, de no hacerse
bien, puede quedar muy brusco, lo cual no quiero. En fin, este antiguo soldado
creo que se va a ir a leer al novato que ha escrito un libro sin tener ni idea
del tema principal, y de la que va, parará un momento para dedicarle una brusca
sonrisa, para nada sonrisa, a aquella batalla que le asalta diciendo “aquí no
ganaste”, para que el general le responda “ni falta que hace, cuando se lo
cuento a mis nietos les gusta más que de vez en cuando pierda una pierna”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario