-Miguel.
-¿Sí?
-¿Tú crees que esto
que hacemos son clichés?
Miguel bajó
lentamente el periódico y miró a Juan a los ojos
-¿Qué?- Y salpicó una
gota de incredulidad que resultó ser saliva.
-No, a ver, es que
una vez nos acusaron de eso, además ¿Dónde se encuentra la originalidad? Por no
decir que a veces...
-¿A qué viene todo
esto?
-¿El qué? ¡Ah nada!
-Verás, Juan, resulta
que tú y yo en realidad somos como una especie de uno que son dos ¿me sigues? y
pese a que muchas veces preguntemos las cosas por "no, solo lo preguntaba
por curiosidad, a veces lo hago, soy muy curioso", siempre tenemos un
motivo.
-Vale, verás, leí un
artículo en el que la autora respondía con su opinión a cómo podían jóvenes
autores difundir sus obras, y en un momento del mismo hacía una distinción
entre quienes escriben de verdad y quienes hacen "clichés refritos e historias de lo más insulsas y trilladas" y
pensé que quizá nosotros...
-Juan
¿Nuestras historias son corrientes?
-Es
que ése es el problema, La Duda, con el que tantos pensadores y filósofos se
han topado, además de escritores, claro, y es que entonces...
-Juan.
-Vale,
pues a ver ¿Y si nuestras historias sí son corrientes? ¿O son cosas trilladas?
o yo que sé, leemos cosas de calidad, no estamos familiarizados con lo malo, y
quizá... quizá pertenezcamos a él...
Miguel
sacó del bolsillo una pitillera de plata de la que extrajo un cigarrillo
realmente caro al que, tras encender con un zippo, dio una profunda calada. Era
su mundo y ya estaba tardando en fumar.
-Hoy
mismo hemos recibido varios comentarios- empezó a responder antes de dar otra
calada cuya única función era la de generar una pausa en la que la expectación
y la temperatura del lugar subieran- Nos alababan, eran como las típicas frases
que aparecen en las contraportadas de los libros pero con un matiz de
sinceridad.
Ahora
fue la cara de Juan la que se tensó y fue su frente la que se arrugó.
-No
me parece bien- Dijo.
-¿El
qué?- Miguel había cerrado un momento los ojos y los abrió con desgana.
-¿Recuerdas
la tontería que has soltado del "somos uno que son dos"? Pues yo
también he leído esos comentarios y me parece que les estás dando un
trato indebido.
-Pues
contéstalos- Miguel había vuelto a cerrar los ojos y el humo de su cigarrillo
salía completamente vertical.
-Ya
sabes que yo no respondo comentarios...
-Pues
busca a la persona.
-Ya
lo intenté y solo coseché enfados fruto del orgullo, enfados míos y ajenos,
algo así como cuatro pájaros de un tiro.
-¿Te
vas a hacer cazador?
-¿Me
estás escuchando?
-Sinceramente,
no, eres demasiado aburrido, molesto tal vez, como un grano de los feos ¿por
qué no te exploto? porque te infectarías y durarías más, por eso estamos en
este banco al sol, a ver si te secas- Miguel recolocó las piernas para que no
se le durmiesen.
-Al
final no sé si somos un cliché.
-Lo
serás tú, yo fuera de aquí existo, soy como Unamuno en Niebla. Y no, sé que vas
a empezar a tontear en la imaginación, en la cual pensarás "¿Qué ocurre si
mato al autor dentro de su cabeza?", pero te diré una cosa, lo sabré yo
antes y acabaré contigo.
-No
creo, si "somos uno que son dos" moriríamos los dos si me suicido.
-Cállate.
Al
rato Miguel abrió los ojos, después de pensar que "habrir" debería
existir con algún tipo de curioso significado, había estado pensando en las
palabras de Juan, ¿Y si la gente que le decía que escribía bien lo hacía por
ser él? Es decir, no se esperaban que escribiese y escribía, lo cual generaba
una sensación de "pues es bueno lo que hace", o incluso quizá sí
escribía bien ¿Pero quién había dicho que los clichés no podían ser buenos?
Miguel, con una colilla fría y apagada en los labios, miró los tres edificios que
le rodeaban, tres edificios de una ciudad que su mente no se había molestado en
moldear, tres edificios que probablemente hubiesen acabado siendo destruidos al
final de la tarde, entonces se le escapó una lágrima, pero fue una lágrima
pionera, pues no apartó la maleza de las pestañas para casi morir de sed
durante sus mejillas y acabar en los labios plantando la bandera de "sabor
salado" o saltando desde la barbilla para terminar una breve vida con toda
la adrenalina posible hasta caer al suelo. Esta lágrima aprovechó que Miguel
tenía la cara en una pose ligeramente inclinada y salió por la derecha de su
ojo derecho, pudo ver la oreja y la piel libre de lágrimas hasta entonces, cuando
llegó al precipicio no se lanzó, solo bajó rodando por el cuello. Miguel
entonces recordó los comentarios y casi grita de la rabia, esa lágrima debía
haber sido tal vez por ellos, pero no por lo que había sido, fuese lo que
fuese.
-Vámonos
Juan.
-¿Y los edificios?
-Ya desaparecerán por el olvido, a
nosotros no nos incumbe.
-¿Al final esto es cliché o no?
-Juan ¿somos guapos?
-Pues no lo sé.
-Somos guapos cuando
nos sentimos guapos, lo que escribimos, lo que escribo, es diferente cuando
siento que es diferente.
-¿Y esto es
diferente?
-Sinceramente no
tengo ni idea, dejémoslo en que es raro.
PD: Una lágrima cae
sobre los labios y la lengua la recoge, por lo que la lágrima se suma a la
saliva. ¿Una persona que no deje de llorar está llenando el mundo de besos
tristes?
Eres un tío raro sin clichés.
ResponderEliminar(ESTA VEZ SOY LA PRIMERA EN COMENTAR)
Genial las imágenes con las lágrimas.
ResponderEliminarQuiza por eso besamos tanto. Para pasarnos el dolor. O si somos buenos, porque el dolor de uno es lo mas sincero del mundo.
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