viernes, 30 de junio de 2017

las gemelas jugaban en el jardín
tía Ana lavaba los platos
daba igual que nadie hubiera comido
los bajaba del armario y los volvía a fregar
herencia de una locura
que siempre nos ha sido confortable
Pablo ya tenía cinco años
y lloraba porque las gemelas no querían jugar con él
pero luego lo olvidaba
cuando un conejo atravesaba el jardín
y ambos se perdían hasta la noche
el tío estaba en su despacho
y solo bajaba cada diez años
tía Ana le enviaba a la sirvienta con la comida
preguntándose si seguiría vivo
y obteniendo la respuesta en los gemidos de ella
solo nos reuníamos en la cena
-el cuadro del tío comía por él-
las gemelas hablaban en alemán
aunque la tía me dijo que era una lengua inventada
Pablo movía frenético los pies bajo la mesa
que no llegaban al suelo
pensando en dragones y en cómo llamar la atención
la tía me pedía novedades del mundo
y yo respondía que estaba allí por escapar de él
también me preguntaba por mamá
y yo la miraba sorprendido
diciendo que la creía hija única
después llovieron los heridos
literalmente
a la decimoquinta de paracaidistas
les tirotearon antes de tocar el suelo
las criadas de las casas vecinas
y el médico rural
montaron un hospital de campaña
en el campamento de los scouts
siendo las gemelas enfermeras
tía Ana cocinera
Pablo el guardián
y yo el cura sin sotana
que cavaba y daba
la extremaunción
más tarde, aburridos los dioses
llegaron la paz y la pobreza
los camiones se llevaron a los soldados
a otros se los llevó la tierra
y a mí me recogió un coche negro
el tío me dijo adiós tras la puerta
tía Ana me hizo el almuerzo y me dio un beso
las gemelas me habían cosido una canción
y compuesto una muñeca
Pablo me susurró un secreto:
él había parado la guerra
en el coche, de regreso
se me ocurrió la verdad
aquellos días habían sido
perturbadoramente
lo más feliz que esta realidad
podía encontrar

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