domingo, 11 de diciembre de 2016

Catálogo

Le pedí el otro día que me dijese algo bonito y me mostró su catálogo de palabras. Pero yo no quería elegir qué me dijese, quería que fuese sorpresa y sin embargo ignoró mis súplicas con las palabras perfectas para ignorar mis súplicas. Entonces intenté decirle yo algo hermoso para provocarle a contestarme con algo igualmente bello, y nada más terminé estalló en una carcajada mientras me volvía a ofrecer el catálogo. Llorando de rabia se lo leí todo, pensando que no había en el mundo nada más bello que lo que salía de mis labios, que lo que había en aquel catálogo. Y aun así, cuando hube terminado, me miró sonriendo aún y me preguntó cómo esperaba que le sorprendiesen las palabras que de tanto usarse se habían vaciado, se habían secado. Me dijo que las verdaderas palabras aún se están por crear y que no se puede impresionar a alguien repitiéndole lo que esa persona ya dijo.

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