Cuando cogían el coche e iban a
alguna excursión, o al centro comercial, o a algún lado donde fueran en coche,
en familia, a pasar la tarde o todo el día, Nicolás sabía lo que acabaría
pasando y eso le hacía estar intranquilo. Siempre lo pasaban bien, siempre lo
empezaban pasando bien, les compraban algo a su hermana y a él, comían rico,
iban al cine, lo que fuera, y era divertido. Pero a medida que avanzaba la
tarde Nicolás se iba poniendo tenso porque sabía que su padre empezaba a
cansarse. No es que se cansara como una losa o un tirano, no es que avisase, no
debía darse ni cuenta de que se estaba cansando, pero lo iba estando. Su ánimo
le huía por el cuello y la espalda, que le empezaban a doler, como el vapor que
sale a presión de la olla. Y entonces, de repente, una colleja a Nicolás por
cualquier tontería. Una colleja fuerte e inesperada que dolía más por injusta
que otra cosa. Solo la colleja y Nicolás empezaba a caminar detrás del grupo
para no seguir siendo el objeto, que en esos casos solía pasar a ser la madre,
quien empezaba a llevarse las broncas del padre y que solo tenía la voluntad y
fuerza de decir estoy cansada vámonos a casa y terminar así con el plan
familiar. Pero luego, en el coche, las voces de papá se volvían gritos contra
todos, sobre todo contra mamá, pero podían ir contra cualquiera, aunque no
estuviera presente. En esos momentos Nicolás se contraía, se hacía todo lo
pequeño que fuera capaz, pero no era suficiente, así que acudía a su refugio
que era nada más y nada menos que el interior de la puerta trasera derecha del
coche, que tenía una especie de bolsillo abierto en la parte de abajo y ahí
guardaba el niño sus tesoros y algún juguete. Había canicas, piedras, algún
envoltorio de plástico, unas chapas y algo de arena que habría llegado allí
acompañando a algún botín. Los gritos seguían pero ahí él estaba tranquilo
hasta que el coche llegaba a casa y mamá se perdía en algún cuarto, con papá
detrás, haciendo que sus gritos se fueran acolchando y perdiéndose del todo tras
el sonido de la televisión.
Una vez Nicolás se acordó de su
escondite estando todavía en casa, antes de salir, y se llevó consigo varios
juguetes para hacerlo todavía más grande, convertirlo en un lugar casi físico,
pero aquella vez, a la vuelta, al aparcar, su padre se giró y empezó a gritar
que qué era aquella porquería, que quién se creía él para llenar su coche de mierda
y empezó a sacar las cosas lanzándolas con fuerza contra la acera, haciendo que
se rompiera el plástico, que las canicas cayesen por una alcantarilla y los
tazos se desperdigasen perdiéndose en la noche. Entonces Nicolás también gritó
mientras lloraba y se llegó a lanzar sobre la puerta abierta del coche y su
padre, sorprendido, no encontró más respuesta que darle un bofetón que lo alejó
del coche. Y debió ser en ese momento donde le encontró el gusto a pegar,
porque lo fue haciendo más a menudo como éxtasis de los gritos y una noche en
que Nicolás recibió de más se escapó de casa y fue hasta el coche sin dejar de
pensar que debía meterse en el asiento trasero y dormir allí y que si su padre
no le olvidaba e iba a por él se encontrase el coche cerrado y al niño dentro
dispuesto a resistir cualquier asedio. Pero Nicolás no había contado con que el
coche estaba cerrado para él y ya no supo qué hacer, porque se sentía morir
volviese o no a casa, sintiéndose solo y desamparado como no habría de sentirse
en su vida. No podía dejar de pensar en aquella vez en que yendo de vacaciones
al norte les sorprendió entrada la tarde y casi la noche una tormenta brutal en
la que no se veía nada y el agua golpeaba el coche por todos lados y Nicolás se
apretujó contra su puerta, con la cara contra el cristal y una maleta entre su
hermana y él que apenas le dejaba espacio y ahí se sintió a gusto, cómodo,
seguro, y se grabó en la mente que aquella cara del cristal si bien quizá no
protegería de las balas sí le protegería del mundo.
Todo el mundo lo repetía, pero en el fondo nadie llegó a creerlo. Por eso todos se refugiaron aquí.
lunes, 29 de marzo de 2021
La puerta de atrás del coche junto a la ventana
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