¿Cómo habría surgido esta ciudad? ¿Las grandes
torres blancas eran producto de siglos de evolución de una aldea con chozas de
barro se debían al deseo de gloria de un emperador?
Y casi más importante, ¿por qué se viene ahora
abajo?
Antes yo tenía un libro, uno que encontré y en
poco tiempo me cautivó, un libro precioso cuyas hojas me hacían cortes en las
manos por los que no dejaba de sangrar.
Llegó el momento en que las letras del libro
empezaron a estar borrosas, pero yo confiaba en que se trataba de mis ojos y no
del propio libro, pero de pronto un día contemplé como las hojas del mismo
estaban en blanco.
Y así empecé a escribir, lo mejor que producía
provenía en último término de lo que intentaba recordar de aquel libro que tan
poco tiempo pude leer, un libro que aunque yo no podía haber previsto que se
apagaría, me sentía increíblemente culpable por no haberlo cuidado poniéndome
guantes de cuero para no cortarme en vez de lanzarlo al fuego, como debía haber
hecho mucho tiempo atrás. Y así el libro contaminó mi mente, cuanto menos podía
leer, más necesitaba hacerlo, pero en todas las librerías que asaltaba solo
encontraba palabras infantiles y frases ridículas en comparación con lo que yo
había leído, o con lo que creía recordar que había leído, pues empecé a
sospechar que había sido un buen libro, pero no algo tan grande como recordaba.
Y así, tras muchos intentos, al fin lancé la carcasa de aquel libro al hoyo en
la tierra que le había cavado, condenando también gran parte de mis escritos.
Cuál sería
mi sorpresa cuando, tiempo después, encontré el marcapáginas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario