Así, cosas pequeñas, como hojas o grandes virutas
de polvo. Astillas, algo de tierra o los trozos que sobran de hacer un trabajo
de manualidades con cartulinas también valen. La cosa es juntarlo todo, donde
puedes mezclar ingredientes, y echarle pegamento en el centro. Debe ser un
pegamento líquido, porque si es un pegamento que a su vez esté pegado al
recipiente del que proviene —como puede pasar con el pegamento de barra o con
una pistola de pegamento— se te pegarán a éste las cosas pequeñas estropeándolo
e impidiéndote hacer lo que quieres hacer. Echas pegamento líquido al centro y
lo juntas todo un poco más, que se toque, que se mezcle, que se haga una bola
hasta que quede todo pegado. Se me está ocurriendo que si lo has intentado con
una pistola de pegamento no tienes por qué tirarla, probablemente se te habrá
pegado poca cosa, por lo que solo tienes que seguir apretando el gatillo para
que siga saliendo pegamento y éste arrastre los ingredientes, la suciedad, lo
que nadie quiere, como un río, un río lento y denso. También estaba pensando
que si por equivocación o cualquier otra causa has utilizado pegamento de barra
puedes subsanar tu error si no has sacado demasiado la propia barra de
pegamento. El mecanismo de la misma es sencillo, quitas la tapa, giras la rueda
de la base y el pegamento sale, giras la rueda en la dirección contraria y el pegamento
vuelve. La experiencia me ha enseñado que solo los niños suelen sacar toda la
barra, pero este juego no es para niños, y que los adultos aprenden que es
mejor sacar solo un poco de la barra de pegamento porque sacar más no es más
práctico y de hecho se te puede romper o dislocar de tal forma que luego, al poner
la tapa, se te salga pegamento por las junturas de entre ésta y el resto del
tubo. Bien, dicho esto pongamos que se ha empleado solo un tercio de la barra
de pegamento y que ésta está ahora cubierta de ingredientes, de residuos, de
suciedad o de “trozos”, entonces solo hay que sacar más barra, como otro
tercio, coger unas tijeras y cortar ahí donde el pegamento es blanco a un lado
y blanco al otro, sin rozar la tijera por donde hay cosas pegadas y aún menos
cortar en mitad de esa zona. Este proceso conlleva en mi opinión tres
problemas; el primero es que se pierde un tercio de la barra de pegamento, una
perdida sustancial que además solo permitirá realizar esta acción otra vez más,
porque siempre, además del tercio contaminado, debe haber un tercio sano; el
segundo problema es que las tijeras —o cúter o cualquier otro medio que corte
se me ocurre ahora— queda manchado con el pegamento, que siempre es sustancia
densa y difícil o tediosa de limpiar; el tercer problema es que un tercio de
barra de pegamento es mucho pegamento, lo que te obligará a mezclar bien los
ingredientes en una masa o bola superior que deberá dejar el corazón de
pegamento siempre en el centro, pero que aun así dejará algo de pegamento
blanco a la vista perjudicando la imagen final. Empecé afirmando que el
pegamento que ha de emplearse debe ser líquido y pese a que luego hemos visto
que se pueden llegar a emplear otros tipos de pegamento, sigo recomendando el
uso de éste. El pegamento líquido se deja caer desde arriba, así que no hay
problema de que se toquen recipiente e ingredientes, y, muy importante, es
transparente, no se ve, no le quita mérito al resultado final. Como ya he dicho
se echa pegamento y se juntan las cosas, quedando una masa de cosas pequeñas
pero juntas. Es probable que el pegamento que parecía suficiente en un
principio no lo sea, así que es recomendable hacer girar la bola resultante
mientras se van dejando caer otras gotas para asegurar su correcta unión. En el
caso de que los medios utilizados sean pequeños trozos provenientes del
ladrillo machacado o roto queda muy bien no emplear más ingredientes, es
agradable el color anaranjado rojizo resultante, pero si se van a usar otros
ingredientes recomiendo mezclar. Es muy probable que quede polvo en la figura
final, se quiera o no, pero si se quiere que éste tenga protagonismo, que se
vea bien, es recomendable acudir a los lugares donde la limpieza cotidiana no
llegue a eliminarlo, pasar el dedo índice despacio, capturándolo con la yema, y
tapándolo con la yema del dedo gordo para que no se pierda en el proceso de
frotarlo para que se haga bola y dejarlo en el recipiente donde irán a parar
más bolas resultantes del mismo proceso. Un truco recurrente y un tanto
efectista es emplear un par de hojas pequeñas, finas, delgadas y alargadas,
como pequeñas espadas. Ya para mayor trampa se pueden añadir estas hojas cuando
la bola ya está prácticamente terminada, dando un aspecto francamente bello y
desprovisto de todo mérito. Para terminar diré que mi ingrediente favorito, del
que seguramente discreparéis, son los pequeños triángulos que quedan tras haber
cortado cartulinas de colores un tanto gruesas. Creo que es una pena tirar
estos restos sin darles mayor uso que adornar el fondo de la bolsa de
supermercado que recientemente se ha utilizado como bolsa de la basura y donde,
con total seguridad, estos trozos de cartulina quedarán en poco sepultados por
cualquier otro elemento considerado basura que desde luego no será tan pequeño
como para poder participar en este juego.
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