miércoles, 8 de abril de 2015

Machine

Miras a tu alrededor y solo ves tuercas, bisagras y tornillos, metal en resumen, aunque también hay vapor y algún que otro chorro de fuego esporádico. Es una gran máquina, se deduce si paseas por la sala donde se encuentra. Pero tú esto ya lo sabes, Manu, llevas dando vueltas alrededor de la máquina varios meses ya, tal vez medio año, y ahí surge el problema, en la máquina, porque donde más tiempo estás es frente al cuadro de mandos, con todas esas palancas e indicadores de agujas nerviosas, el cuadro de mandos de una máquina que no entiendes. Has probado a tocar un par de cosas por pura intuición y el resultado no ha podido ser peor, el vapor que te ha quemado ha servido de lección para que te sientes a mirar la máquina con mala cara o a que pases lentamente las páginas del inmenso manual escrito en ruso que apoyas sobre tus cansadas piernas. Mientras esperas, porque no sabes qué otra cosa hacer o es que mientras cabilas un plan la máquina sigue sin control, el aparato hace extraños ruidos que no pueden ser buenos, estás aterrado. Eres Manú, quien se apoyó en la pared repleta de cal pese a mis advertencias, quien siempre ha doblegado las máquinas con las que se ha encontrado, pese a que éstas amenazasen con hacerte perder la cabeza, y ahora tienes miedo, pero no un miedo cobarde que te haga temblar o no te deje pensar, sino ese miedo racional que te hace preocuparte y tal vez sentir agobio. Tranquilo, Manuel, si te acercas a la máquina, al caótico cuadro de mandos, podrás observar como esta máquina no es tan diferente de las anteriores con las que te has enfrentado, tan solo tiene ciertas válvulas cambiadas, es más grande, le faltan algunas palancas y le sobran manivelas. Puedes empezar a tomar el control sobre la misma, solo has de serenarte y avanzar decidido, aunque sea irremediable que te vayas a chamuscar el pelo o golpearte la rodilla, pero escucha, escucha el chillido del vapor, ese sonido tan amenazador tal vez esté siendo malinterpretado y sea un grito de pavor, de pavor por ver cuando te vas a levantar de ese taburete con el inmenso manual ruso en la mano.

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