Me voy a vacunar contra todos vosotros, el problema es,
ahora que lo pienso, que las vacunas se ponen antes, así que, ¿qué hago con
quienes ya me he cruzado? Esto es como cuando decides quitarte los zapatitos
mojados antes de entrar en casa y te das cuenta de que ya entraste antes
dejándolo todo manchado de barro, hasta las paredes. Vacunar es que te ponen un
poco de cosa mala para que si tu cuerpo se encuentra con más cosa mala no sea
una primera cita. No sé, debería dedicarle algunas letras a quienes no se las he
dedicado nunca, pero no a los idealizados, sino a los vulgares, esas personas
que no me gustan, no me interesan o, directamente, repudio. Ay, acabo de leer
eso que no se debe leer, y no me refiero al libro erótico que encontré de
pequeño y que escondía dentro del sofá, sino a la cuna de la inmundicia y la
decadencia. Ay, ayer volví a hablar con el Rey como en nuestra cita en la
rivera del Manzanares la noche de los taxis, ¿y qué le dije? Pues muchas tonterías,
perdí la concentración y de mi boca, en vez de salir pañuelos de mago, salieron
hilos incoloros de esos que tocan la tráquea al salir y producen arcadas.
Bueno, le dije que a veces yo escribía algo que todos entendían pero que la
persona a la que iba dedicada entendía más, pero no sé, tal vez me equivoque,
lo que sí sé es que el metro no es un buen lugar para hablar de sexo
desenfrenado y que lo de Pola fue un mazazo digno de ser escrito, y que de
hecho fue escrito. Miren, señores y señoras, hoy, pero solo hoy y porque he
obrado mal, váyanse a la mierda, pero sin insultarme ni dejar de sonreír,
váyanse a la mierda tranquilamente y en orden, y no piensen mal de Paula, que
está agobiada, ni de la Pobrecita, que se deja manejar, ni de Diego Primero,
que construyó su casa sobre una montañita de arena, ni de Diego Segundo, que
sigue sin encontrarse pero que me tocó las narices. En fin, hagamos una fiesta,
yo traigo los globos, la bebida y las patatas, pero no la lista de invitados,
eso me aterra, eso lo hacéis vosotros y ni mencionáis a quien va a venir, y si
luego echo en falta a alguien, me jodo. No quiero saber si debo invitar a
Laura, la chica geográfica, ni a Nora, la malinterpretada, ni, por supuesto, a
Lucía, porque claro ¿cómo quedo mejor, invitándola o repudiándola como hace
ella? ¿Ven? ¿ven como las listas de invitados son una tortura? Solo por eso
dudo si casarme, es más fácil encontrar a la novia que hacer la lista de
invitados. Tengo mil historias geniales que escribir, pero sin embargo no
escribo o apunto tonterías, pero ya ven, que horror, y los médicos no me hacen
caso y el pasado se derrumba porque nadie lo cuida y porque aunque alguien lo
hiciese tiene termitas. Tengo las manos frías, y realmente suelo tener las
manos frías por una razón, una que nunca he dicho a nadie y que no diré ahora.
Y como el telón es de un material que desconozco no puedo evitar que se cierre.
Adiós.
Qué bueno eres
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