martes, 15 de diciembre de 2015

Cómo lograr que te echen del trabajo

Cómo lograr que te echen del trabajo. La respuesta parece obvia, lanzando un ordenador por la ventana atravesando ya de paso el cristal. Pero no es a eso lo que se refiere este manual, queremos dinerito fino en el bolsillo una vez pongamos los pies en la calle, cerremos los ojos y respiramos ese aire contaminado de ciudad. Queremos un despido que no sea justificado.
Mira a tu alrededor: tantas personas, ordenadores y tan pocos colores. Cada equipo de mesas forma una manzana y cada pasillo por el que caminan deprisa las secretaria, una calle. Aquello es una ciudad en miniatura en la que los niños también están presentes en forma de fotos que le recuerdan a cada empleado que en algún lugar tiene una familia por la que supuestamente están trabajando.
Lo primero que tienes que hacer es buscar la forma de saludar a tu jefe o echarle un café por encima con un sonoro “lo siento, lo siento” y un absurdo intento de secarle a manotazos similares a los que da un perro al nadar. Y ya está, ahora se queda con tu cara, no le importas una mierda pero ya sabe que trabajas para él. Luego dirígete a tu puesto y trabaja varias horas extras por las que no pedirás nada a cambio.
Lo segundo es coger el coche, y si no tienes uno, te haces con él. Puede ser prestado, lo vas a utilizar poco, pero mejor cuanto más aspecto varonil te aporte. Conducirás hasta la universidad, probablemente hasta la facultad de Filosofía y Letras, y allí aparcarás lo más cerca de la entrada, aunque te pongan multa, saldrás del vehículo y te apoyarás en el capó. Las gafas de sol son opcionales, pero los brazos cruzados sobre el pecho son algo fundamental. Cuando veas a la chica, que irá hablando con amigas, tienes que decirle con una voz autoritaria y ausente de emoción “sube, nos vamos”. Las estadísticas dicen que lo más probable es que sí, que suba. Entonces conducirás un poco en silencio y cuando ella empiece a pensar que tal vez haya sido mala idea subir empezarás a hablar de forma desinteresada. Hablarás, le preguntarás cosas y la dejarás hablar. Tras dos horas de circular por las congestionadas calles de la capital la dejarás frente a la puerta de su casa, la casa de tu jefe. Mientras ella sale puedes decir “Espera” y cuando se de la vuelta “si quieres puedes darme un beso”.
Este episodio debe repetirse varias veces sin que jamás muestres demasiados sentimientos y sin dar, como mucho, dos besos, uno al recibirla y otro al dejarla en su casa. Si tiene novio o novia habrás de ir a verle con una chupa de cuero y comentarle, mirándole a los ojos, “lo siento, chico, se acabó”. Ni que decir tiene que estos días no saldrás de la oficina excepto para desempeñar este papel, tu trabajo debe ser impecable.
El tercer paso puede empezar antes o después, pero una vez en él, éste debe desarrollarse de forma rápida. Proporciónale una noche fantástica en algún lugar de la sierra donde no tiene por qué haber sexo, haz que le brillen los ojos y consigue cenar en casa de sus padres. No les caerás bien, y jugarás con ello, serás decidido y natural.
Ahora toca lo importante: estando a solas en el salón o la sala de estar, con sus padres, habrás de decirles, con el formalismo de otra época, que les quieres pedir la mano de su hija.
Al día siguiente debes tener los ojos rojos de no haberlos despegado de la pantalla cuando venga un hombre, o mujer, que no conoces a darte dos sobres. El primero será una carta de despido y disculpa firmada por tu jefe, la segunda el finiquito.

En caso de haber pedido prestado el coche no debes olvidar devolverlo.

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