jueves, 31 de diciembre de 2015

Pozo robado

En realidad yo no debería estar aquí, me he perdido. Huía antes, hace rato ya, de una bestia gris que llevaba asomando su enorme lengua por un lado de su boca abierta, dejando por el suelo enormes charcos de babas. No huía de sus dientes, su fuerza o su aparato digestivo, tan solo de sus babas grises. Al final me he equivocado y he girado a la izquierda cuando debí haber seguido por la derecha. Es un poco raro esto de que perseguidor y perseguido pacten el camino a seguir, pero es que si no nos íbamos a perder, cosa que de hecho me ha pasado. En realidad podría salir de aquí, le oigo, o lo oigo, llorar en alguna parte, pero es que no me parece de sentido común ir a donde me espera mi perseguidor, ni aunque ese sitio sea la meta y al llegar gane. ¿Las bestias entienden de metas? Ya lo he dicho y mi cuerpo querría decirlo muchas otras veces: yo no debería estar aquí. Pero no solo eso, sino que ese sentimiento muta y me hace saltar a otras palabras, otras frases más complejas como: yo no debería escribir esto, yo no debería escribir nada.
—¿No deberías o no sabrías?
Buena pregunta. No debería porque se me han señalado mis defectos y estos me parecen una costumbre mal aprendida e irrevocable y no sabría porque antes tenía cosas que contar, flechazos de inspiración o lejanas ideas que acababa desenvolviendo y terminaban en algo.
—¿Por qué crees que pasa esto?
No lo sé, porque no tiene que ver con este laberinto ni con la bestia que me seguía, es algo anterior. No sé si se ha producido otro de esos cambios que no se ven ni se sienten pero que arrecian con la fuerza de un volcán, y de ser así, como casi siempre, me ha pillado desprevenido y ahora me tocaría intentar amoldarme a los vaivenes del barco hasta que el suelo de madera se asemeje al suelo de las calles. Pero tal vez no sea eso, tal vez antes había algo de lo que cogía la inspiración, o me la aportaba a veces o algo así, una especie de pozo, y ahora el pozo se secó o alguien se lo llevó de aquí. ¿Cómo puede alguien transportar un pozo? Me acuerdo de la segunda parte de la autobiografía de un escritor que escribía para niños. La primera parte se la hacían leer muchos padres a sus hijos pero no fue mi caso y creo que menos mal, porque no recuerdo que le gustase a ninguno de aquellos niños. Sin embargo, en un cumpleaños, mi primo me regaló un libro que, según me dijo, había sido de sus preferidos, su preferido o por lo menos un libro muy querido para él;  era la segunda parte de aquella autobiografía. Era pura aventura, una vida de esas que cuando la conoce un tercero le dice a quien la vive que debería escribirla. En aquel libro el escritor se acababa haciendo piloto de un caza de combate y por tanto me apasionaba y me hacía brillar los ojos. Pero la escena en la que ahora estoy pensando ocurría antes, cuando estaba en una gran casa en África y aún no había empezado la guerra. En ella hablaba de una serpiente que se movía muy veloz, tanto que daba igual que echases a correr, ella te daba alcance. Esta serpiente, consta decir, era extremadamente venenosa y su veneno no contaba de antídoto. El escritor, advertido nada más llegar, vio de pronto una de estas serpientes en su jardín, y vio que avanzaba hacia un jardinero local, le advirtió, éste se giró y alzó su pala o pico y cuando la serpiente, veloz, llegó hasta él, con un solo movimiento el jardinero la partió por la mitad. Bien, pues he contado todo esto para decir que el jardín en el que me imaginaba esta escena y el jardín del que han robado el pozo me los imagino iguales.
—…
Últimamente he tenido varios sueños claramente premonitorios que no se han cumplido. Aunque existe un problema siempre con este tipo de sueños y es que uno no sabe si hacer caso al tenor literal del sueño o a una interpretación del mismo. Si hacemos caso a lo de la interpretación no se cumple ninguna premonición y si hacemos caso al tenor literal aún podría cumplirse uno (en el sueño se daba una fecha concreta: la otra persona me contestaba negativamente diciendo “el veintisiete” y yo, aunque ya lo sabía, preguntaba “¿qué veintisiete?” y la otra persona decía “de dentro de dos meses” o “de febrero”, es decir, el día de mi cumpleaños) pero bueno, si a ese sueño le da por cumplirse estoy jodido. Hoy he tenido un sueño magnífico, tenía una trama compleja y hasta con sentido. Recuerdo muchas cosas pero de forma muy vaga: la puerta y las peleas que generaba, la aristocracia de aquel mundo ficticio, los constantes movimientos de aquellos grupos por distintas fiestas y sus consiguientes mesas desordenadas, las dos mujeres (una original y la otra después) que estaban tuertas y tenían un parche en el ojo, el ascensor, el cómo era perseguido, el cómo perseguía, el objetivo a seguir, el objetivo a impedir… ¡Un sueño magnífico!
Pero esto se está haciendo largo, yo tan solo vine a decir:
Yo no debería estar aquí.

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