En realidad yo no debería estar aquí, me he
perdido. Huía antes, hace rato ya, de una bestia gris que llevaba asomando su
enorme lengua por un lado de su boca abierta, dejando por el suelo enormes
charcos de babas. No huía de sus dientes, su fuerza o su aparato digestivo, tan
solo de sus babas grises. Al final me he equivocado y he girado a la izquierda
cuando debí haber seguido por la derecha. Es un poco raro esto de que
perseguidor y perseguido pacten el camino a seguir, pero es que si no nos íbamos
a perder, cosa que de hecho me ha pasado. En realidad podría salir de aquí, le
oigo, o lo oigo, llorar en alguna parte, pero es que no me parece de sentido
común ir a donde me espera mi perseguidor, ni aunque ese sitio sea la meta y al
llegar gane. ¿Las bestias entienden de metas? Ya lo he dicho y mi cuerpo
querría decirlo muchas otras veces: yo no debería estar aquí. Pero no solo eso,
sino que ese sentimiento muta y me hace saltar a otras palabras, otras frases
más complejas como: yo no debería escribir esto, yo no debería escribir nada.
—¿No deberías o no sabrías?
Buena pregunta. No debería porque se me han
señalado mis defectos y estos me parecen una costumbre mal aprendida e
irrevocable y no sabría porque antes tenía cosas que contar, flechazos de
inspiración o lejanas ideas que acababa desenvolviendo y terminaban en algo.
—¿Por qué crees que pasa esto?
No lo sé, porque no tiene que ver con este
laberinto ni con la bestia que me seguía, es algo anterior. No sé si se ha
producido otro de esos cambios que no se ven ni se sienten pero que arrecian
con la fuerza de un volcán, y de ser así, como casi siempre, me ha pillado
desprevenido y ahora me tocaría intentar amoldarme a los vaivenes del barco
hasta que el suelo de madera se asemeje al suelo de las calles. Pero tal vez no
sea eso, tal vez antes había algo de lo que cogía la inspiración, o me la
aportaba a veces o algo así, una especie de pozo, y ahora el pozo se secó o
alguien se lo llevó de aquí. ¿Cómo puede alguien transportar un pozo? Me
acuerdo de la segunda parte de la autobiografía de un escritor que escribía
para niños. La primera parte se la hacían leer muchos padres a sus hijos pero
no fue mi caso y creo que menos mal, porque no recuerdo que le gustase a
ninguno de aquellos niños. Sin embargo, en un cumpleaños, mi primo me regaló un
libro que, según me dijo, había sido de sus preferidos, su preferido o por lo
menos un libro muy querido para él; era
la segunda parte de aquella autobiografía. Era pura aventura, una vida de esas
que cuando la conoce un tercero le dice a quien la vive que debería escribirla.
En aquel libro el escritor se acababa haciendo piloto de un caza de combate y
por tanto me apasionaba y me hacía brillar los ojos. Pero la escena en la que
ahora estoy pensando ocurría antes, cuando estaba en una gran casa en África y aún
no había empezado la guerra. En ella hablaba de una serpiente que se movía muy
veloz, tanto que daba igual que echases a correr, ella te daba alcance. Esta
serpiente, consta decir, era extremadamente venenosa y su veneno no contaba de
antídoto. El escritor, advertido nada más llegar, vio de pronto una de estas
serpientes en su jardín, y vio que avanzaba hacia un jardinero local, le
advirtió, éste se giró y alzó su pala o pico y cuando la serpiente, veloz,
llegó hasta él, con un solo movimiento el jardinero la partió por la mitad.
Bien, pues he contado todo esto para decir que el jardín en el que me imaginaba
esta escena y el jardín del que han robado el pozo me los imagino iguales.
—…
Últimamente he tenido varios sueños claramente
premonitorios que no se han cumplido. Aunque existe un problema siempre con
este tipo de sueños y es que uno no sabe si hacer caso al tenor literal del
sueño o a una interpretación del mismo. Si hacemos caso a lo de la
interpretación no se cumple ninguna premonición y si hacemos caso al tenor
literal aún podría cumplirse uno (en el sueño se daba una fecha concreta: la
otra persona me contestaba negativamente diciendo “el veintisiete” y yo, aunque
ya lo sabía, preguntaba “¿qué veintisiete?” y la otra persona decía “de dentro
de dos meses” o “de febrero”, es decir, el día de mi cumpleaños) pero bueno, si
a ese sueño le da por cumplirse estoy jodido. Hoy he tenido un sueño magnífico,
tenía una trama compleja y hasta con sentido. Recuerdo muchas cosas pero de
forma muy vaga: la puerta y las peleas que generaba, la aristocracia de aquel
mundo ficticio, los constantes movimientos de aquellos grupos por distintas
fiestas y sus consiguientes mesas desordenadas, las dos mujeres (una original y
la otra después) que estaban tuertas y tenían un parche en el ojo, el ascensor,
el cómo era perseguido, el cómo perseguía, el objetivo a seguir, el objetivo a
impedir… ¡Un sueño magnífico!
Pero esto se está haciendo largo, yo tan solo vine
a decir:
Yo no debería estar aquí.
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