lunes, 22 de diciembre de 2014

Mirándote a la cara

¿Saben esas máscaras de teatro de la antigua Grecia? Una con una estirada y pronunciada sonrisa y la otra triiiste. Bien, pues no voy a hablar sobre ellas ni sobre nada parecido, o por lo menos no es esa mi intención, tan solo quiero contar cómo he descubierto que la chica de las golosinas es una más, una cualquiera… “¡¿Y aquello?! Ya sabes, eso” No hay problema, resulta que fui yo y no ella quien puso esa careta sobre su rostro. He descubierto el título de un libro tan genial que ni me lo he leído, ni quiero, ojo, que se acerca navidad y, por no pedir, te regalan, para qué leerme el libro, el solo título ya lo decía todo, el texto solo podría estropearlo, pobre escritor, o mejor dicho, pobre tiempo malgastado del escritor. Es verdaderamente divertido que la mayor fan de dicho libro sea la autora de la ilustración de la portada, en fin, pobre escritor, o pobres buenas ideas tuvo. Mi hermano acaba de leer el principio de esto, así, a traición, y me ha dicho “¿Por qué pones tres íes?” Y le he dicho “porque es triiiste”. En fin, que Madrid es más grande de lo que se pueda creer, pero lo gracioso es que si viniese un turista, por ejemplo, en menos de una semana no sabríais qué hacer, qué ver, porque al turista no le puedes llevar en metro a cualquier lugar, salir y empezar a recorrer calles desconocidas, pero sí puedes hacerlo tú, o tú con compañía, y es genial, aunque, lo siento mucho, de esta manera no vayas a ver grandes cosas, o no grandes cosas según lo que la gente cree que son las grandes cosas, y así te podrá llamar tu madre, como a mí, y te pregunte “¿Por dónde andas?” y puedas contestar “no lo sé”. Y así, de noche, porque tras el sol blanco, que no amarillo, de invierno viene la noche, podrás descubrir los secretos que jamás nombraste y que puedes abrazar con la calidez de que sí hay algo tuyo, algo que es tuyo y que siempre será tuyo, y sonreír así encontrándote uno a uno con tus compañeros de inglés, sonreír así atando absurdeces, coincidencias y rarezas con las que haces una historia, la historia, la cual no escribirás, pues es solo para ti mientras elaboras esa conversación del café, la conversación de la escalera, la disputa de los enamorados, la prostituta que desea hablar contigo de filosofía, la chica geográfica, tan perfecta en su mundo de cristal, los paseos de Paula mientras piensa por qué aun no le has dado el regalo, la mirada madura de las siete sombras de la arena sobre las lágrimas de un pasado con el que se podría escribir una trilogía, los problemas de uñas rojas, que saca la lengua mientras con su gato en pijama, y yo, escuchando la canción que se escucha cuando quieres hacer la maleta rápidamente, mientras tu madre entra en el cuarto cuando suena “quiero follarte lento, mirándote a la cara...” y yo trago saliva para reírme a continuación. Quizá abuso de “el futuro será mejor” pero es que lo es, pulgarcito, lo es, rubia, lo es, capataz. Y así, aunque las cosas se vengan abajo como un castillo de naipes, siempre podrás alternar la careta triiiste con la careta excesivamente alegre.

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