Acabo de llegar a la conclusión de que tú no eres
exactamente tú, no eres una unidad personal, por así decirlo, sino que eres una
confederación ¡o incluso una federación! de pequeñas cosas.
Estoy seguro de que sí que hay una tú, lo que yo
conocí por ese nombre, en alguna parte de tu ser, ahí en chiquitito, en una
habitación bonita pero tal vez pequeña, y que era ella, tú, quien me sonrió,
habló y miró. Tal vez en aquella época tenías más poder sobre el resto de partes por haber
ganado unas elecciones o algo así, ahora sin embargo, cuando sé que eres tú
quien me habla, pareces más una portavoz, pues tus ojos no son velas, sino
vigías, y tu sonrisa se asemeja más bien a un acantilado cuando estás en el
borde, te asomas para ver mejor cómo rompen las olas y el malo, vestido de
negro, se acerca por detrás sin hacer mucho ruido.
Bien, pues tus piernas deben haberse unido con un
sistema pactista, pues siguen huyendo cada vez que ven el más mínimo problema.
Tus ojos son anarquistas, pertenecientes al sistema únicamente por
supervivencia, pero siguen pensando en marcharse y por ello no dejan de mirarlo
todo y a todos, buscando una salida. Tus manos están tristes por no tener libertad, por eso están
siempre frías. Pero lo más importante es el consejo de ideas que te gobiernan,
un montón de confusiónes, pues el amor quedó fuera por ser demasiado joven y la
indiferencia, con su gran dialéctica, suele convencer al resto para que se tomen
sus decisiones.
Así que hasta que no vuelvas a gobernarte o
directamente establezcas la dictadura de tu cuerpo, no quiero saber nada más de
ti.
Quien se ha muerto?
ResponderEliminarInteligente relato. Al releerlo pensaba que si fuera un cuadro sería cubista.
ResponderEliminar