sábado, 29 de abril de 2017

Whistdance

El estilo musical whistdance recuerda a muchos al jazz por aquello de nacer en las calles y trepar por los muros. Su origen, sin embargo, es mejor; no hay de por medio cuestiones raciales o políticas, es más, la persona del punto de mira fue un muchacho blanco de estudios medios. Resulta que en Holanda, más concretamente en Ámsterdam, se decretó que sería sancionado con multa el acoso callejero, esto es, los piropos y expresiones no deseados destinados a mujeres. El chico en cuestión vio venir a una mujer desde el otro lado del canal, y esperó a que cruzara para lanzarle un profundo silbido. Pero antes de que éste decayera, advirtió de la presencia de dos policías que desde ese mismo lado del canal supervisaban el reflote de un coche que había caído al agua. Su mirada derivó entonces al cielo y cambió la nota mientras empezaba a dar palmas moviendo los pies al ritmo, con tan buena suerte que una pareja de turistas se detuvo para mirarle y hasta la chica de antes se giró para ver qué era aquello que sonaba bien y parecía querer levantarle la falda. Pero uno de los policías comenzó a caminar hacia él, era padre de dos niñas y quería hacer todo lo posible por adecentarles el mundo mientras estuviera de servicio. Entonces ocurrió el milagro, el chico ya se ahogaba en su silbido cuando un músico callejero, violinista, negro, magnífico, se le sumó con una nota leve que le permitió coger aire y continuó junto a él sin dejar que su acompañamiento cubriese la melodía. Unos cuantos curiosos adictos a las redes sociales se fueron congregando junto al muchacho y junto al violinista, que tocaba desde el otro lado de la calle, como respondiendo a preguntas hechas por pájaros. Lo más curioso es que esta música nunca le llegó a gustar a la chica de la falda, ella la sentía como una esponja húmeda que le restregasen contra el cuello.

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