sábado, 29 de abril de 2017

Algo sobre alguien

Algo pasaba con la habitación 33, cuando llevaron allí a un paciente con neumonía se encontraron con las dos camas ocupadas cuando en las hojas de la enfermera jefe solo figuraba el hombre de las quemaduras de segundo grado. De la señora de al lado, que presentaba numerosas heridas y huesos rotos, no había constancia. La enfermera que habló con ella dictaminó que su ingreso en el hospital sí debía haber sido registrado pero que se habrían extraviado los documentos, así que allí mismo volvió a tomar nota de sus datos en unos papeles que también terminarían por perderse. El hombre de las quemaduras, al que le habían inmovilizado el cuello y no alcanzaba a ver la televisión, entabló entonces conversación con ella. Al parecer, le contó, ella se encontraba cruzando un paso de peatones, de día y con buena visibilidad, cuando un vehículo la arrolló entre lágrimas y lamentos del conductor que juró no haberla visto. Después pasó a contarle su historia, y mientras lo hacía, los enfermeros que traían la comida solían traer el menú de él pero tarde recordaban haber vuelto a olvidar el de ella. Ella estudiaba en la universidad, iba a curso por año y su vida había sido siempre exageradamente simple. Hija única, pasó mucho tiempo en casa sola cuidando de sus muñecas, de un perro al que no lograba despertar y de una televisión cuyo mando en sus manos parecía no tener nunca pilas. Su único deporte fue el ajedrez, donde el rival perdía siempre al acabársele el tiempo mientras esperaba distraído que ella realizase un movimiento que ya había hecho. En la universidad tuvieron que aprobarla a la fuerza en más de una ocasión por haber perdido su examen, y en clase, a pesar de vestir siempre colores muy vivos, compañeros y profesores se sorprendían siempre creyéndola nueva. Esta historia fue la que le contó al hombre de las quemaduras, que la escuchó sin distraerse, que se recuperó antes que ella y que nada más salir del hospital un pitido náutico de un autobús interurbano le hizo olvidarlo todo, porque menudos son esos ruidos.

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