viernes, 3 de julio de 2015

Desvaríos

Iba pensando en los tipos de gente mala, y acabé pensando en los malos de película, en los que tienen por fin destruir o conquistar el planeta, y pensé que qué absurdo, que no tenía sentido que fueses eso lo que quisiesen y que en ello pusiesen todo su empeño porque, exceptuando la venganza, ¿qué ganaban con ello? Y entonces se me ocurrió, yo sí podría ser malo a nivel mundial, yo sí tenía motivos y objetivos claros, yo sería un gran villano.
Como andaba pensando en los malos estuve distraído mientras entraba en la floristería, preguntaba si tenían rosas blancas, me contestaban que solo rosas rojas, me marchaba, me llamaban, me decían que habían sacado unas rosas blancas de un ramo de novia que estaban preparando y yo, en casa, acababa pintando las rosas blancas de rojo pensando que era eso lo que quería.
Llevo ya tres coches comprados en lo que va de año y dos de ellos los he acabado vendiendo por mucho menos de lo que me costaron, y ahora no sé si vender el tercero, el coche no es muy bueno, pero tiene un color azul precioso.
El otro día coloqué a siete mujeres en fila de una forma aleatoria, pero después fui alterando el orden tras hablar con ellas, verlas practicar las artes, después de acostarnos, de verlas caminar, de fijarme en cómo toman el sol, de fijarme en el calzado que llevaban en el metro, de saber cuál fue su primer trabajo, de informarme de si tienen mascota y, muy importante, después de preguntarles se leían lo que escribo. Y lo curioso es que una mujer siempre ocupó el penúltimo puesto.

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