sábado, 11 de julio de 2015

Reino Animal

Un niño creció teniendo un guepardo por mascota y protección. Juntos no corrían, solían sentarse a mirar el atardecer en ese mundo en el que todo era blanco, gris o negro, y una densa niebla lo cubría todo. El niño nunca vio al guepardo correr, éste solía estar sentado observando las piedras con sus ojos llenos de legañas, como si pudiese ver más allá de la niebla. Si el guepardo se desplazaba lo hacía caminando a un paso muy lento, y así un día se perdió entre la niebla dejando al niño atrás. El niño tardó en ir en su busca porque una vez privado de su presencia sintió miedo y tardó mucho tiempo en poder levantarse y seguir el sendero de niebla y piedra negra por donde el animal se había marchado. Al poco de empezar a andar el niño fue consciente de que caminaba al lado de un barranco, sin embargo la niebla bajó quedándose a la altura de su cintura, de tal forma que podía ver lo que tenía delante y el barranco parecía un río de nubes. Al tercer día de la niebla apareció un águila que parecía nadar en el aire, pues en ningún momento batió las alas. El ave se alzaba y desaparecía por dentro del barranco, pero siempre avanzaba hacia adelante, por lo que el niño la siguió teniendo que preocuparse solo de dónde pisaba, pues seguía sin ver el suelo. Al sexto día el águila bajó en picado por dentro del barranco y ya no volvió a salir, el niño se sentó en una roca saliente del mar de nubes y esperó, sin embargo lo que vio surgir de entre la niebla bajo la cual no había barranco, sino rocas, no fue el águila, sino una inmensa ballena azul. La ballena saltaba desde las rocas y volvía a caer sumergiéndose en ellas, así una y otra vez, sin intentar nada parecido al nado, y así estuvo toda la noche, hasta que a la mañana del séptimo día no volvió a aparecer y el niño continuó su camino. Donde el barranco daba un giro el niño siguió recto, y así siguió hasta que se acabó la niebla y se encontró caminando sobre piedra negra, sobre una inmensa estepa. Allí encontró una vara de fresno que usó por bastón, y tras seguir andando encontró algo más. Una extraña figura le esperaba en el camino, y al acercarse descubrió que se trataba de un elefante dándole la espalda, un elefante que giró la cabeza cuando estuvo a su lado y que movió las orejas antes de echar a andar. Entonces el niño entendió que ahora sería el elefante y no el guepardo quien le acompañaría en esa nueva etapa.

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