lunes, 28 de noviembre de 2016

El olmo

Yendo corriendo a clase
me tuve que parar de pronto
pues en mitad del pasillo
había crecido un olmo.

—Los olmos no dan mandarinas—
dije yo desafiante.
—Pues toma naranjas ricas—
y me tendió una brillante.

—Los árboles ni hablan ni mueven
sus hojas si el viento no sopla—.
—Es que soy una bailarina florida
que baila contenta tu copla—.

—Los árboles ni gritan ni lloran,
no gimotean diciendo «me muero»—.
—Pues, te lo suplico
deja ese hacha en el suelo—.

No hay comentarios:

Publicar un comentario