miércoles, 1 de marzo de 2017

Los cromos

El chico va pasando los cromos. Hay personajes, objetos, episodios y unas cartas llamadas características. Parece que las esté ordenando. Se encuentra en el suelo, sentado frente a un tocón que usa de mesa y donde las cartas se hallan repartidas en varios montones. Tiene los labios ligeramente separados y a veces los mueve como si contase en silencio. En un momento aparece una persona que se pone a su lado, el chico hace un gesto como diciendo que espere, termina de ordenar ese montón y levanta la mirada. Le dice a la persona recién llegada que si quiere jugar que se siente enfrente, cosa que hace, y ambos se reparten algunos cromos dejando a los márgenes varios montones. El juego avanza sin complicaciones, pero llegado el momento la persona recién llegada sonríe como con ternura y le dice al chico que no puede jugar la carta que acaba de mostrar, que esa no pertenece a esa concreta colección, que se está saltando las reglas. El muchacho, confuso, aparta la carta, juega una distinta y acaba perdiendo la partida. Juegan otra, de nuevo todo va bien hasta que la persona que llegó le dice que esa carta tampoco se puede usar. El chico juraría que la otra persona ha estado usando cartas que entonces tampoco estarían permitidas, pero en su protesta solo dice que él juega así, con todas las cartas, sin hacer distinciones. La nueva persona vuelve a sonreír y le dice que no sabe jugar, que si sigue así se quedará solo. El muchacho entonces acaba teniendo que preguntar si puede jugar cada carta que va saliendo, la persona juega cromos indistintamente. Al final su contrincante se levanta y le dice que no le gusta jugar con él, que no sabe, que hace trampas y que sin duda debe ser un imbécil. Se marcha y el chico, que sigue sentado, la ve marchar. Entonces mira el tocón, recoge las cartas dispersas sobre las hojas y las apila todas en sus distintos montones según las indicaciones de la persona que se acaba de marchar. Mira los montones durante un rato, al final los junta y los baraja. Sus labios se vuelven a mover sin decir nada.

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