jueves, 21 de enero de 2021

Que viene

 Este relato debe su forma y su tema a una temática que me fue dada, yo no tuve nada que ver.


—Cuénteme lo sucedido.
—Ya se lo conté a su compañero. Yo solo volvía del bosque cuando vi algo extraño en la casa de mi vecina. Es una señora mayor, sabe usted, y sin embargo estaba todo revuelto. Era muy extraño, me dio mala espina, sabe. Una vez en la puerta ya no pude entrar, me dieron nauseas cuando lo vi. Estaba todo destrozado y en el suelo los restos de la muchacha. Con tanta sangre que había se le había teñido el vestido de rojo.

—Leo aquí que en su declaración dijo que a usted y sus dos hermanos les persiguió un hombre armado con un hacha pero, y corríjame si me equivoco, que no parecía querer llegar a hacerles daño.
—Efectivamente, así fue.
—Perdóneme, pero no entiendo, ¿cómo que parecía no querer hacerles daño? ¿Acaso no arremetió con un hacha contra la puerta de la casa de su hermano pequeño y rompió una ventana de la casa de su otro hermano?
—Sí, así fue.
—¿No le parece peligroso que entren en su casa con un hacha?
—Sí.
—¿Entonces?
—Déjeme a ver si me explico. Llamó a la casa de mi hermano, sí. Hablaron sin que le llegara a abrir y cuando el tipo le dijo que lo hiciera y mi hermano se negó pues el loco este la emprendió a hachazos contra la puerta. Pero para cuando pudo pasar siguió dándole a los restos de la madera, como dándole tiempo, mientras él saltaba por la ventana del baño. Luego fue corriendo al otro lado de la calle donde vive mi otro hermano. Vale, pues en este rato en que el mediano tardó en abrirle, el loco pudo haber ido a por el pequeño, ¿entiende?, sin embargo ni corrió ni nada, fue caminando hasta la puerta, riéndose y como bailando.
—¿Y qué pasó después?
—Pues lo que ya he declarado. Mi hermano el mediano sufrió un robo hará dos veranos, así que su puerta es mejor, parece de madera pero está como blindada por dentro, así que el loco no podía entrar por ahí, por lo que se lió a porrazos contra la ventana de la cocina, que es la única que no tiene barrotes porque en principio es más pequeña. Mis hermanos me llamaron a mí, que llamé a la policía, y les recomendé no se enfrentaran al tipo este, así que salieron por la puerta de atrás y corrieron hasta mi casa.
—¿Sabe si sus hermanos han echado en falta algo, si sufrieron algún robo?
—Nada, nada, el psicópata ese solo quería asustarles, es un tipo peligroso y a mí lo que me asusta es que aún no le hayan cogido ustedes.

—Cuénteme agente.
—Madre soltera, caucásica, nos llama al volver a casa del supermercado. Dice que era una gestión rápida y por eso dejó a sus hijos solos en casa. Al llegar se encontró el espectáculo, todos muertos, o al menos eso es lo que creía ella. Al llegar nosotros hemos encontrado al pequeño de los siete escondido en el reloj de suelo, en el salón.
—¿Ha dicho algo?
—Nada, está en estado de shock.
—¿Tenemos algo?
—La puerta no muestra señales de violencia, así que o conocían al agresor o éste se ganó su confianza. Las heridas son de arma blanca y se ve que fueron infringidas por alguien sin mucho conocimiento.
—O por placer.
—¿Cómo dice?
—¿Pueden deberse a alguien que se quería recrear?
—Sí, podría ser. Es extraño, pero podría.

A la vuelta del cole Juan para en un parque. Sus amigos se van y él se queda en los columpios. En un momento dado ve que un hombre le mira desde el otro lado de la calle. Tiene las manos metidas en los bolsillos del abrigo. A Juan le da miedo y decide volver ya. Mira frecuentemente hacia atrás y ve que el hombre le sigue. Al doblar una esquina echa a correr y no se detiene hasta llegar a casa. Allí encuentra a su madre en la cocina.
—¡Que viene el lobo, que viene el lobo!
Pero nadie le creyó porque todos saben que Juan nunca dice la verdad.

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