jueves, 21 de enero de 2021

Quién fuera príncipe

He tenido que bajar al salón a preguntarle a mi madre por aquel cumpleaños y por el disfraz. Recuerdo que era el cumpleaños de una niña a la que no recuerdo. Pasé toda la educación primaria con los mismos compañeros a excepción de tres, uno vino a mitad, otro vino y le hicieron repetir de curso y finalmente estaba esta niña de la que no recuerdo nada. Le he preguntado a mi madre por el disfraz, así que ha parado la serie que estaba viendo y nos hemos puesto a ver álbumes de fotos buscándolo. Habremos visto desde 1996 a 2002, pasando por vacaciones de verano y la gran nevada en el jardín. Me he visto de bebé con mis padres juntos y luego de niño en la playa en el primer verano después de que se divorciaran. Mi madre dice que en esas últimas se nos ve a mi hermano y a mí tristes, yo no recuerdo nada, pero veo que nos habían rapado el pelo como a militares o presos.

Mi madre ha dicho que el disfraz debía ser uno de príncipe que fue muy caro pero con el que se sintió muy orgullosa de verme tan guapo. Yo solo recuerdo la espada. Por alguna razón había creído que aquella fiesta de cumpleaños era una fiesta de disfraces y me presenté allí con dos bolsas, con un disfraz en cada una, aunque no sé si el segundo era de repuesto o por si algún niño no llevaba. Le he tenido que preguntar a mi madre que por qué al haber llegado, al haber saludado a la madre de la niña adoptiva que no recuerdo y haber visto que no, que no era una fiesta de disfraces, por qué me lo puse. Imagino que serían dos mujeres adultas rodeadas de niños pensando que qué más daba que me lo pusiera o no. Pero no era un disfraz fácil de poner, así que me encerré con la madre de la niña en una sala que había junto al salón para que me desnudara y me lo pusiera. Los cristales de la puerta de la sala eran opacos, pero tenían dibujos hechos de cristal transparente y tras ellos se apelotonaron los niños de la fiesta a mirar cómo me cambiaba la señora mientras gritaban que estaba en calzoncillos. Recuerdo sacar la espada y amenazar a los cristales, golpeándolos incluso, haciendo que los niños saliesen corriendo, gritando y riendo. Pero los niños volvieron y mi espada ya no tenía efecto. La madre que me cambiaba, imagino que harta, no me ayudó a que los niños dejasen de mirar, o diría unas palabras vagas que no cambiaron nada. Y no recuerdo si al salir de esa sala, ya vestido de príncipe, guardaba aún la sensación que hoy tengo al recordarlo.

Tenía un disfraz de repuesto en otra bolsa, y no recuerdo cómo se lo acabó poniendo otro niño, quien era mi mejor amigo en el colegio. Mientras que a mí me recuerdo amargado, ultrajado, queriendo hacer un daño imposible, a él le recuerdo contento, disfrutando el disfraz de dinosaurio que llevaba puesto. No sé si me invento que le dije que el disfraz era mío y que podía decir que se lo quitara y no recuerdo si la madre de la niña de la que no sé nada me desautorizó quitándome ese poder.

Al revisar mi pasado me sale pensar que sería un príncipe déspota, casi cruel con quien ahora pienso que me hizo daño. Pero también es verdad que en muchas de las fotos de esos álbumes salía yo serio, enfadado. Y es que probablemente me he pasado gran parte de mi vida enfadado y no he conseguido absolutamente nada. Lo cierto es que ahora solo me siento muy triste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario