martes, 6 de septiembre de 2016

Escritos hallados en un cuaderno

A falta de pan, buenos son escritos hallados en un cuaderno.


Es... un niño. Un niño que está solo, mira arriba y dice «huele a luna», y es verdad, chico, huele muchísimo a luna, pero tú tranquilo, que huele solo en este valle y aquí vendrán todos siguiendo el olor. Y cuando estén todos podrás buscar a quien te falta.
Y se sucedió el desfile de caras, de manos que se movían frenéticamente. El niño miró con ojos de luna e incluso se internó dos veces entre la multitud. Cuando todos se fueron, apareció con un perro.
«¿Es acaso a quien buscabas?» pregunté decepcionado.
«Sí, se llama Sol.»


Cada noche, al apagar las luces y buenas noches, la niña se levantaba intentando no hacer ruido, recorría el pasillo y entraba en el baño sin ventanas. Allí se acercaba al espejo, que debía estar reflejándola en la oscuridad y le contaba a la otra ella lo acontecido en el día.
Pero esto ocurría solo en vacaciones, en casa de la tía. En casa de sus padres el baño de los niños no tenía espejo y no había niña rubia que la escuchase, tal vez, moviendo los labios.

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