La gente corriente habla charcos, es decir, abre la boca y ante sí quedan uno, dos o tres charcos dispersos. Quienes juegan con la palabra (domadores de anguilas) hablan riachuelos o pequeños ríos que se secan en verano. Hubo una vez un gran sabio que habló un hermoso lago.
Pero cuando tú hablas... cuando tú hablas llueve.
Me encanta este poema, Miguel; magníficamente rematado.
ResponderEliminarMaravilloso
ResponderEliminarMe encantan esas preciosas imágenes que me obligan a pensar e imaginar.
ResponderEliminar