sábado, 27 de junio de 2015

El día después del cumpleaños

Robaron en casa del niño el día justo después de su cumpleaños, con los regalos abiertos aun sin estrenar, a excepción de los zapatitos blancos para ocasiones especiales. Mientras los padres corrían alarmados revisando estanterías volcadas y ventanas rotas, el niño sacó de la basura el papel de colores que había envuelto sus regalos y con el que había sentido una inmensa satisfacción al romperlo, y con él en las manos lloró de rabia e impotencia, y lloró tanto que todo aquel papel quedó mojado. A su edad cumplir años era muy importante, pasar de siete (un amarillo pálido que parece blanco) a ocho (un precioso marrón que sabe brillar) era subir un escalón muy alto desde el que se veían más cerca las cimas de los edificios, además de estar ya solo a dos años de los diez, que se dibujaban en su horizonte como la siguiente meta por alcanzar, habiendo sido la anterior que le dejasen beber refrescos con cafeína. Por otra parte cumplir años traía aparejadas responsabilidades que su madre iba depositando en él como hacía tiempo había sido ir al baño solo, ducharse sin ayuda o ir solo al colegio. Pero por encima de todo, a su edad, lo importante eran los regalos, la ilusión de ser despertado con ellos e ir recibiendo alguno más a lo largo del día, el hecho de ver tras el papel lo que había pedido, las cosas que no conocía pero que despertaban su interés y aquellas que le regalaban por ser útiles o por necesitarlas, como los zapatitos blancos para ocasiones especiales. Y ahora, el día después de su cumpleaños, cuando ya no era el rey pero podía jugar con su botín, se lo habían robado todo, le habían dejado el cumpleaños vacío.

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