lunes, 22 de junio de 2015

En el arenero

Al niño le dijeron que había que volver a casa, y él se enfadó y fingió no oír. Al cabo de un rato le repitieron que había que volver a casa, entonces él se levantó del arenero, se giró y dijo:
-No.
Y le dijeron enfadados que había que irse a casa, y entonces él les dio la espalda y empezó a correr, atravesando por abajo el arbusto. Como era un arbusto alto y denso por arriba, para cuando lo cruzaron el niño ya llevaba ventaja pese a tener unas piernas muy cortas. Vieron como el niño corría hacia la carretera, y entonces ellos corrieron aun más de lo que creían poder. Un coche bajaba la avenida a mucha velocidad y quien lo condujese no vio al niño, por lo que no frenó. El coche pasó como un rayo, el niño abrió mucho los ojos y sus perseguidores, que le habían salvado la vida por milésimas de segundo, respiraron como nunca lo habían hecho, entonces susurraron que había que volver a casa y él, también en un susurro, contestó:
-No.

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