Podría hablarte, podría decirte “Hola, ¿qué tal?” y
tú no entenderías nada, pensarías que no tengo que hablarte, que ese no es el
curso de las cosas, pero por si pasase algo me contestarías en lo que empezaría
como una conversación de respuestas cortas por tu parte y preguntas entusiastas
por la mía. Entonces de pronto, viendo que no se oculta nada y que esa
conversación aparentemente normal es realmente una conversación normal, me
pararías y me dirías “¿Por qué me has hablado?” y yo te contestaría diciéndote
la verdad, que porque te vi conectada y no pude evitar hablarte como quien
practica un deporte de riesgo. Puede que te agobiases, querrías terminar la
conversación sin que te diese yo pie a ello, así que de pronto me dirías
“Adiós” y cerrarías la conversación, la página y puede que hasta bajases la
pantalla del ordenador, pero tras respirar una vez y pensarlo rápidamente, la
volverías a levantar, abrirías de nuevo la página y me eliminarías, y tal vez
de algún lugar más, y yo me quedaría sin respuestas a las preguntas banales y a
las que no lo son, tal vez habría perdido la oportunidad de obtenerlas en un
futuro, y todo por haberte visto conectada.
Me gustó mucho.
ResponderEliminar