Era la noche de bodas y la práctica de
Administrativo miró a Miguel como diciéndolo “hagámoslo de una vez”. Pero
Miguel no quería, estaba allí contra su voluntad, él debía haberse casado con Lady
Penal, pero había sido arrastrado a un matrimonio concertado y odiaba a esa
estúpida práctica. No la entendía, no sabía cómo proceder con ella. Además se
había informado y sabía que todos sus pretendientes previos la habían odiado y
echaban pestes a sus espaldas.
La práctica se acercó un poco más, gateando sobre
la colcha e intentando insinuarse, Miguel huyó hasta que su espalda se topó con
la almohada y la pared.
—Vamos —la cara de la práctica se contrajo en una
mueca de ira.
Administrativo lanzó algo parecido a un zarpazo,
Miguel fintó y se escabulló. Corrió hasta el otro extremo de la habitación,
quedando de espaldas al cristal por el cual entraba la luz de la luna, la
práctica se situó frente a él sabiendo que ya nada podía hacer por zafarse de
sus esfuerzos.
El rostro de Miguel se ensombreció a medida que
crecía en él una sonrisa.
—Antes suspendo que acostarme contigo —dijo
abriendo la ventana.
Y saltó.
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