Unos andares de mujer, unos andares con unos zapatos. Qué
piernas, qué mujer. Yo la conozco, creo, no, no la conozco, la conocí. Para mí
es como el fantasma de alguien que aún no ha muerto. Un fantasma que camina con
más estilo que media humanidad, qué piernas, qué zapatos, qué estilo, qué
mujer. Dueña de piropos y estereotipos habidos y por haber. No fuma pero escupe
humo, pero calla, mira cómo camina. Tiembla la tierra bajo sus pies al medio día
y a las tres de la madrugada, tiembla tu corazón cuando la oyes acercarse sea
la hora que sea. Escucha y ahora mira, qué deleite, qué piernas, qué mujer, qué
fuerza sobrehumana que me arrastra y luego me empuja. Da igual que la veas a
color o a blanco y negro, da igual que estés vivo o muerto, da igual que la
conozcas o la hayas conocido, sus andares no conocen barreras.
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