sábado, 7 de enero de 2017

Morirse de fuera

La guía nos hace pasar al salón, donde se queda quieta esperando a que entremos todos, y entonces empieza a hablar.
Sobre la chimenea, el cuadro. La persona retratada es el sujeto activo.
A sus pies, en el ataúd abierto, el muerto es el sujeto pasivo.
Miro mi rostro en el ataúd y murmuro:
—Dios, qué pálido estoy.
Alzo la vista, miro al cuadro y el rostro representado se gira para no mirarme. Entonces la guía se calla y pasamos a la siguiente habitación.
Considero que todo el mundo debería poder ver lo que es morir para alguien.

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