jueves, 23 de junio de 2016

El golpe más breve

En la cabaña del bosque, varios cargos importantes del ejército de Patamaní, así como dos políticos, un periodista, un par de militares rasos y un chivato, preparaban el que acabaría siendo el intento de golpe de estado más breve visto jamás tanto dentro como fuera del continente. El chivato no era chivato de profesión, sino que por fuera era otra cosa pero en el fondo era un chivato. Marcharon todos a los tres coches y el hombre del revólver plateado, el chivato, se quedó al teléfono para avisar al general Martínez que partían hacia su base para iniciar el asalto a la capital, e iniciar el asalto al poder poder, y quitar del gobierno a lo incompetentes, y restaurar las buenas costumbres, y devolverle a la patria su renombre y blablablá... El general, en cuanto colgó al hombre del revólver plateado, mandó a la infantería prepararse y a los técnicos cargar los tanques de combustible y munición, mientras que el chivato, en cuanto colgó al general, llamó a la única base militar no metida en la conspiración de la que conocía el número: un aeródromo con un avión, tres personas y un perro. Los coches habían partido ya y el hombre del revólver plateado cogió su motocicleta y siguió la senda que estos abrían tomado, él se imaginaba  que los del aeródromo avisarían a otras fuerzas y juntos cortarían el golpe de raíz, pero lo que no se imaginaba es que el hombre que le había contestado al teléfono mandaría al único aviador del lugar coger el avión —un montón de escombros que había participado en la última guerra en Europa y que había sido regalado a Patamaní para decorar una rotonda o un jardín, pero no para que lo incorporasen a sus fuerzas aéreas— y cargar contra un convoy que se dirigía a la base del general Martínez por la carretera del sur.
El aviador detectó tres vehículos, cayó en picado y los ametralló rompiendo todas las ventanas, destrozando el metal, haciendo saltar las ruedas y destrozando a los habitantes, solo una pasada hizo falta para hacer que aquellos tres vehículos pareciesen pura chatarra.
El general Martínez no dejaba de mirar el reloj, nervioso, sin entender cómo no estaban allí, al igual que el técnico y el aviador, que sin separarse de la radio no entendían cómo no había noticia alguna sobre el golpe y creían haber matado civiles. El general que hacía rato había mandado a las tropas subir a los camiones y las había dividido con la intención de marchar sobre la capital y otras dos ciudades importantes, mandó una patrulla de reconocimiento por la carretera del sur. Estos vehículos blindados dieron con tres coches accidentados y los sacaron fuera de la carretera, también tuvieron un accidente con un motociclista, probablemente ebrio. Al saber todo esto, el general Martínez, viendo que los golpistas habían desaparecido, dijo a las tropas que aquello había sido un simulacro de movimiento anti-revolucionario y los mandó a los cuarteles.
El chivato, el hombre del revólver plateado, cuando subía por la carretera, al ver carros blindados y entender que pese a su esfuerzo el golpe militar había empezado, en un arrebato de desesperación se lanzó a un margen del camino dejando que la motocicleta se estrellase contra el primero de los carros y quedase engullida por sus ruedas de oruga. En la caída perdió también el revólver.
El Gobierno vio de pronto que gran parte de su alto mando había desaparecido, así que mandó su búsqueda y ejecución al ser acusados de traición. El general Martínez, temedor de que en cualquier momento se destapase su posición en la trama, huyó en un vuelo clandestino que pretendía salir del país. El piloto del vuelo era aquel que habiendo salvado el país creía haber asesinado civiles. El avión en cuestión fue derribado por el Gobierno en la frontera este de Patamaní, advertidos por un chivatazo de que en él viajaba el alto mando.
Años después, en un alto en el camino para comer, un niño encontró jugando un revólver muy sucio que al limpiarse quedó plateado. Hoy en día está expuesto encima de su chimenea y no tiene ni idea de que perteneció a uno de los mayores héroes de la patria.

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