Hay varias especies de
pájaros y de lagartos que hacen algo parecido, dejar sus propios huevos en
nidos ajenos para aprovecharse del cuidado que la otra especie aportará a sus
propios huevos o incluso para desencadenar fatídicos resultados. La especie de la
que voy a hablar ahora sigue el mismo esquema, pero es tan irrisoria y fatal
que merece su estudio por separado.
Con un solo huevo
polizón es suficiente. Por lo general tendrá un período de gestación mayor que
el de los otros pájaros, y si es colocado junto con una remesa de huevos, es
probable que estos eclosionen y abandonen el nido antes de que nazca esta
criatura, cosa que es probable que ocurra junto con una segunda tanda de huevos
legítimos. El pájaro que custodie el nido podría librarse de ese huevo extraño
que no termina de nacer, pero la criatura da suficientes muestras de que hay
vida bajo el cascarón, además de que los pájaros muchas veces no pueden
distinguir huevos ajenos si se encuentran en su nido y ante la duda es mejor
tener cuidado, de cualquier forma accidentes hay siempre, especialmente si el
pájaro no es pájaro sino que anteriormente, en otra vida, ha sido un animal con
más conciencia y por medio de la reencarnación le ha tocado ser pájaro y se da
cuenta de que ese huevo —engañosamente blanco— esconde un peligro terrible.
Finalmente nace la
criatura que fingirá estar ciega o ser endeble para no levantar temores. Pero
en cuanto el pájaro adulto abandone el nido en busca de comida, el extraño
lanzará los otros huevos al suelo desde lo alto o le romperá el cuello a los
polluelos ya nacidos. Se han dado casos en los que se ha comido al resto de
crías con un apetito nunca visto en la naturaleza para un animal de su tamaño,
excepto en el caso de las serpientes. Así irá dejando que los padres pájaro, o el
padre o la madre solos en caso de tradición natural de divorcio animal, le
vayan alimentando, incluso cuando ya supere por mucho en tamaño a estos. Llegado
el final, terminará por matar a sus progenitores adoptivos y, por aparente
diversión, se dedicará a destruir el nido. Pero es que su rastro de fechorías y
maldad no acaba ahí, sino que también romperá ramas y atacará el árbol que le
dio cobijo hasta reducirlo a astillas. Una vez en el suelo irá comiendo todo
aquello que pueda, aunque sea por gula, y destrozando todo lo demás a pesar de
que esto no le proporcione ventaja alguna.
Así entrará silencioso
en un nuevo bosque —el anterior quedó perdido—, escalará un árbol y depositará
un nuevo huevo de pandora en cualquier nido que se vea capaz de soportar su
peso.
A pesar de que la
naturaleza se regule a sí misma, esta especie, bastante joven en verdad, lo ha
desequilibrado todo desde su aparición, ahora solo queda saber su nombre para
poder temerla por medio de las palabras, nosotros la llamados el ser humano.
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