jueves, 23 de junio de 2016

La malvada criatura

Hay varias especies de pájaros y de lagartos que hacen algo parecido, dejar sus propios huevos en nidos ajenos para aprovecharse del cuidado que la otra especie aportará a sus propios huevos o incluso para desencadenar fatídicos resultados. La especie de la que voy a hablar ahora sigue el mismo esquema, pero es tan irrisoria y fatal que merece su estudio por separado.
Con un solo huevo polizón es suficiente. Por lo general tendrá un período de gestación mayor que el de los otros pájaros, y si es colocado junto con una remesa de huevos, es probable que estos eclosionen y abandonen el nido antes de que nazca esta criatura, cosa que es probable que ocurra junto con una segunda tanda de huevos legítimos. El pájaro que custodie el nido podría librarse de ese huevo extraño que no termina de nacer, pero la criatura da suficientes muestras de que hay vida bajo el cascarón, además de que los pájaros muchas veces no pueden distinguir huevos ajenos si se encuentran en su nido y ante la duda es mejor tener cuidado, de cualquier forma accidentes hay siempre, especialmente si el pájaro no es pájaro sino que anteriormente, en otra vida, ha sido un animal con más conciencia y por medio de la reencarnación le ha tocado ser pájaro y se da cuenta de que ese huevo —engañosamente blanco— esconde un peligro terrible.
Finalmente nace la criatura que fingirá estar ciega o ser endeble para no levantar temores. Pero en cuanto el pájaro adulto abandone el nido en busca de comida, el extraño lanzará los otros huevos al suelo desde lo alto o le romperá el cuello a los polluelos ya nacidos. Se han dado casos en los que se ha comido al resto de crías con un apetito nunca visto en la naturaleza para un animal de su tamaño, excepto en el caso de las serpientes. Así irá dejando que los padres pájaro, o el padre o la madre solos en caso de tradición natural de divorcio animal, le vayan alimentando, incluso cuando ya supere por mucho en tamaño a estos. Llegado el final, terminará por matar a sus progenitores adoptivos y, por aparente diversión, se dedicará a destruir el nido. Pero es que su rastro de fechorías y maldad no acaba ahí, sino que también romperá ramas y atacará el árbol que le dio cobijo hasta reducirlo a astillas. Una vez en el suelo irá comiendo todo aquello que pueda, aunque sea por gula, y destrozando todo lo demás a pesar de que esto no le proporcione ventaja alguna.
Así entrará silencioso en un nuevo bosque —el anterior quedó perdido—, escalará un árbol y depositará un nuevo huevo de pandora en cualquier nido que se vea capaz de soportar su peso.
A pesar de que la naturaleza se regule a sí misma, esta especie, bastante joven en verdad, lo ha desequilibrado todo desde su aparición, ahora solo queda saber su nombre para poder temerla por medio de las palabras, nosotros la llamados el ser humano.

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