Cuando me acercaba a los demás y les decía que mi
novia tenía tres agujeros, me miraban muy mal. Desde luego pensaban que hablaba
de lo sexual, cosa que alguien como yo no podía entender. Ellos creían que me
refería a boca, vagina y ano, pero, ¿cómo podía conocer yo esos tres agujeros
si mi novia nunca había abierto la boca ni se había bajado las bragas? Yo me
refería a los tres agujeros que tenía en el pecho, los que la mataron y le
hicieron estar siempre junto a mí y a la vez infinitamente lejos.
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