jueves, 20 de noviembre de 2014

John Still Morning

Después de pasar una semana mala y especialmente aburrida, John Still Morning quedó con una amiga suya, habiendo pensado que tomarían un café, darían un paseo por la avenida donde los árboles crecían frondosos y bellos y terminarían la velada en la puerta de la casa de ella, donde, si él tenía ocasión, le compraría una rosa, pero todo bajo la más estricta y pura amistad. Resultó que ella tomó té en vez de café y a él el café le dio ganas de ir al baño, al que no fue, por supuesto, por estar en presencia de una dama. Bajo los árboles llovió y se mojaron de manera colateral, con chorros ocasionales que atravesaban las hojas, haciendo así de un precioso y plácido paseo, una carrera sin conversación. En la puerta de la casa de ella la lluvia espantó a los vendedores y la hizo refugiarse rápidamente en casa, por lo que él volvió a casa justo cuando dejaba de llover, mientras volvía sintió una desazón y decidió ir al médico.
El Doctor Cagadas le tomó el pulso, la tensión, le auscultó, miró de cerca sus ojos, le hizo abrir la boca para meter una linterna dentro y le metió un dedo por el culo, tras todo esto dijo “Me temo que hay que operar”, y John Still Morning se asustó.
La operación se hizo en el momento y no fue ni la hermana pequeña de las operaciones, sino más bien un par de niños jugando a los médicos, pues el doctor tan solo le extendió el brazo y, con un movimiento ágil de bisturí y sin anestesia alguna, le hizo un corte de hombro a muñeca, abriendo tras esto la piel cortara, de la que salió una especie de humo que se fundió con el entorno. “Lo que me temía, polvo, tiene usted polvo en las venas, señor Still Morning” “¡Sálveme la Marimorena! ¿Y qué hago?” “Está la situación difícil, pues el polvo hay que quitarlo y no se puede dejar solo aire, que es muy soso. Sangre de repuesto yo no tengo, además de que habría que ver si su corazón funciona después de tanto tiempo sin girar. Lo mejor será poner cualquier líquido mientras pienso en qué hacer” Y le metió en vena el jabón líquido azul de la consulta.
Y así es como John Still Morning salió volando nada más atravesar la puerta y salir a la calle.  Resulta que con el movimiento de brazos y piernas el jabón había generado burbujas y ala, a flotar.

Cuentan que John Still Morning está hasta los huevos de que se hagan bromas con sus apellidos y el hecho de que va por ahí persiguiendo a las nubes y el sol.

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