lunes, 17 de noviembre de 2014

Y de sus gritos no se podía entender nada, solo rabia, sabia contra sí mismo, contra el mundo, contra el por qué ¿por qué? Es que no tiene sentido que a las personas se las pegue de todos lados, ¿y qué? Nos creemos que luego vendrá algo mejor ¿la felicidad? ¿la puta felicidad a la que me aferro como un profeta que ve que o cree o se suicida? Pero qué coño pasa, cómo vamos a jugar a un juego si no hay unas solas reglas, si todo el mundo tiene las suyas y éstas se contradicen entre sí y me hacen gritar de rabia, y si  no grito, éstos salen por los ojos en forma de lágrimas, abrasadoras lágrimas que huyen porque aquí no les espera nada mejor, porque todo es una mierda, pero no en el sentido de siempre, sino que es una mierda porque lo que no es malo o está podrido nunca lo podrás alcanzar, pero si podrás verlo, podrás contemplarlo para ver en ello reflejado tu propia impotencia. Que no, que todo está perdido, que no queda nada, así que mejor dormir para que las pesadillas nos distraigan.

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