miércoles, 12 de noviembre de 2014

ultimun fragmen

Cuentan que la bruja de la montaña leyó El esclavo enamorado y lloró por su inesperado final y que, cuando el recadero fue a llevarle las provisiones para el invierno, ésta entró en trance y dijo con la voz áspera de un hombre:

"
Puede que el capataz no le viera como un esclavo, sino, como un amigo, o puede que algo más. Y si trabajando el doble el capataz no le deja en paz, oh esclavo mío, no es porque quiera azotarte, es porque el capataz se mostró al esclavo tal y como era, afable, cercano, cortés; pero el esclavo valiéndose de sus artimañas quiso destruir al capataz, por miedo a dejarse vencer por una amistad imposible, ya que era impensable una relación de amistad entre un capataz y un esclavo. El esclavo urdió el más atroz de los planes, hacer creer al capataz que era su amigo, su confidente. El esclavo tejió con mimo la telaraña que llevaría al capataz a su fin. Tal fue así que, para defender al esclavo, el capataz mintió y destruyó a una doncella por él, pero de lo que el capataz no se percató fue de que todo era en realidad un plan para acorralarle y dejarle solo y, una vez en la miseria, acertarle el golpe final. El capataz, al darse cuenta de ésto, intento reaccionar, pero fue demasiado tarde. El capataz no entendió nunca el por qué el esclavo le destruyó de esa manera, ¿Sería porque se cansó de ser esclavo? ¿o solo quería disfrutar viéndole sufrir? ¿Pero por qué él? ¿por qué el capataz? Él, herido de muerte, se retiró, pues no había batalla que librar, y si la había, estaba perdida antes de empezar. Solo reconoció algo antes de marchar:
"Muy inteligente, esclavo, brillante tu hazaña. Pero con ella me has convertido a mí en esclavo, para convertirte tú en férreo capataz. Si te entrego mi corazón y lo destruyes ¿cómo la doncella querrá aceptar el tuyo? Ahora entiendes, oh esclavo, por qué no se puede fiar. El amor no tiene explicación, como así el más bello de los regalo la tiene. Cuando regalas algo, por más pequeño que sea, si le pones la intención, la pasión y la honestidad, no has de explicarlo, si explicas algo tan sublime como el regalo que has citado, es porque ese regalo, quizás, sea un Caballo de Troya, tal y como me ha pasado a mí contigo, esclavo."

Llegados a este punto debemos darle las gracias al recadero por su brillante memoria capaz de recitar las palabras exactas, cosa no extraña pues nunca supo escribir y, para acordarse de lo que se le pedía en cada punto de la cordillera, necesitaba tener buena sesera, ya que llegar a la cima del Meigito y descubrir que no te han pedido lentejas sino judías ¡judías! y tener que volver a bajar para volver a subir y, tras todo esto, pedir disculpas, no es precisamente agradable.
Bueno, llegados al presente dentro del pasado desde donde estoy contando la historia, me volví a leer el libro, sí, otra vez, he de reconocer que El esclavo enamorado es un buen libro y me gusta, pero de tantas lecturas estoy empezando a cansarme de él y me empiezo a preguntar cosas como "¿Cómo narices un solo hombre que, además, según las descripciones, está en los huesos, puede tirar de semejantes bloques de piedra?"y no entendí las palabras de la bruja en el contexto del libro, así que llamé a Lucy, que por entonces era una niña que acudía al colegio y ayudaba de vez en cuando en la tienda de ropas para bebé de su madre, le di el libro y esperé una semana a que lo leyese. Entonces quedamos y la conversación fue algo así:
"-¿Te ha gustado el libro?
-Me gustaron los cuentos del abuelo, como el de Adalia de la Selva, el Aliento del Tigre o el de Por Qué Susurran los árboles, este último mucho más que ninguno, pero la historia de amor me parece tonta, y la mujer más tonta aun."
Entonces le recité lo que a su vez recitó una vez la bruja, Lucy me escuchó, lo pensó un poco y profirió una inmensa y serena carcajada, cuando terminó dijo:
"-Pobre tonto el capataz, y más tonta aun la bruja, ésta no habló, sino que habló el capataz por sus labios. Él amaba al esclavo y, al ver que éste le odiaba en lo más profundo de su negro corazón, sufría y por ello le pegaba, con sus propias lágrimas disimuladas por el polvo de las obras, y por eso mismo no le mató cuando el esclavo se giró y blasfemó enfrentándose a él. Pobre tonto el capataz que leyó un capítulo distinto en un libro equívoco, ya lo dijo el escritor triste al que recita mi padre "Si no se ha dado con la A no hay que seguir con el resto de letras del abecedario". También por eso el capataz huyó con la chica, quería sentir qué veía el esclavo en ella y por eso, al no ver nada especial, intentó matarla creyendo haberlo conseguido. Ahora, por favor, no me des más libros basura para leer,"


Y ahora estoy en el presente real, el de verdad y, con un ejemplar de El esclavo enamorado bajo el brazo, me dispongo a subir hasta las faldas del Meigito para hablar con la bruja, ya os contaré.

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