domingo, 26 de octubre de 2014

El mero

-Mamá, ¿todos los peces viven en el mar?
-Qué va, también viven en ríos, lagos, charcas y en muchos más sitios.
-¿Entonces todos viven en el agua?
-Claro María, como mucho saltan fuera, pero si no viven en el agua no son peces.
-¿Seguro?
-Sí María, estoy segurísima.
-¿Entonces, por qué ese pez está en el aire?
La madre de María miró al cielo y no pudo evitar gritar.

Era un día de esos en los que hace sol, pero un sol difuso al tener que atravesar un manto denso y continuo de nubes blancas y grises y, de repente, pasado el medio día y transcurridas apenas un par de horas de la tarde, la ciudad contuvo el aire, y con ella sus habitantes, pues en el cielo, entre las nubes, había aparecido un pez descomunal, del tamaño de una manzana de edificios. Era un mero, con boca de tonto y mirada perdida, y movía las aletas y la cola lentamente, como si estuviese nadando. Su cuerpo no se llegaba a ver entero, pues no había descendido del todo del contorno esponjoso blanco y gris que formaban las nubes. La gente paraba el coche para bajarse a mirar hacia arriba, los bares se vaciaban y se veía más piel que vidrio en las ventanas, pero aun así muchos preferían poner la televisión, pues el helicóptero del Canal Cero había llegado antes que cualquiera de la policía y, desde bastante distancia, captaba una buena imagen del perfil del pez, ya que quienes miraban hacia arriba en realidad solo veían una panza oscura por estar a la sombra, El mayor atractivo del pez visto en la pantalla no era en realidad él mismo sino la diferencia de tamaño que se apreciaba entre él y los edificios, algunos de los cuales parecían simplemente estar pintados en una superficie plana y no tener la más mínima relevancia. El mero era gris con manchas blancas y tenía las puntas de las aletas de un tono azul que casi parecía violeta. Las autoridades no sabían qué hacer, pues enviar a los aviones de guerra sería un riesgo al estar el pez encima del pleno centro de la ciudad, además no parecía ofensivo, estaba prácticamente quieto y medio cubierto por las nubes, aunque seguramente el elemento más disuasorio en cuanto a su peligrosidad era su mirada perdida y su boca de imbécil.
Las autoridades se encontraban ya en medio del monumental proceso de evacuar el centro de la ciudad, cosa tonta en realidad pues el pez, tal como había hecho en los primeros momentos tras su aparición, podía moverse quedando así encima de cualquier otra parte de la ciudad. Cuando el mero movió tan solo dos veces las aletas y ascendió perdiéndose así entre las nubes. Los aviones, pues los helicópteros no podían ascender tanto, fueron a buscarle por encima de las mismas, pero no le hallaron, nunca más se supo del descomunal mero.

Una vez desaparecido el pez, la prensa de las dos semanas siguientes no habló de otra cosa y, pasadas éstas, aun tuvo un importante eco en la prensa de todo el mes. ¿Era un ser que había entrado en nuestro mundo por error desde otro universo? ¿un experimento militar errado tal vez? Pasado el tiempo ya no se sabía exactamente cual era la verdad a pesar de que por testigos hubiese varios millones de personas, ¿Había aparecido el mero por medio de un deslumbrante destello? ¿Se había marchado volando para sumergirse horas más tarde en el mar? Ya nadie podía responder a esas preguntas con la total convicción en estar diciendo la verdad.
Lo que sí se sabe es que pasado el tiempo pareció que el mundo entero olvidó el simple hecho de que una vez apareció encima de la ciudad un descomunal mero que flotaba en el aire y que desapareció para no volver a ser visto.



Inspirado en un montaje fotográfico de Even Liu

1 comentario:

  1. Tienes una capacidad increíble para narrar algo onírico y fantástico como si fuera una realidad de todos los días y de describirlo de forma que parece que lo estuviéramos viviendo en ese instante. Metes al lector en ese "sueño".

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