viernes, 24 de octubre de 2014

los síes y los noes de las flores que no son flores

Convertir tu pasado en una flor a la que le vas arrancando pétalos sentado en la azotea mientras murmuras "sí, no, sí, no..." y ves al fondo, en el horizonte, el barco en su tormenta, te preguntas si sobrevivirá o se hundirá en las aguas regalando tablas dispersas a la playa más cercana una vez se haya pasado la tormenta, pero ahora ¿el barco es capaz de ver lo que le está ocurriendo? Parece luchar con valentía, pobre barco, ojalá no se hunda aunque de no hacerlo se pierda en el horizonte y nunca lo conozca. Los pétalos arrancados flotan por un aire muy fuerte y se pierden en todas direcciones, uno en concreto desciende describiendo círculos, me imagino a alguien encontrándolo y preguntándose cómo pueden caer pétalos de los edificios, qué iluso sería, no sabe que en realidad es que alguien anda llorando pétalos por no atreverse a llorar como una persona normal, o quizá es que no sabe. Si alguien me pregunta le diré que es el cielo el que llora pétalos pues la tristeza y la lluvia se han ido distanciando. Sigo murmurando los síes y los noes mientras cada vez hay entre mis manos menos pétalos, son preciosos, de un púrpura especial, pero cada vez hay menos y se acerca el resultado, me pregunto si cada pétalo sentenciado a una de las dos palabras, al caer, regala buena o mala suerte, no creo, pues cada sí y cada no no me parece que den mala o buena suerte, tan solo me dicen algo del pasado, del presente y del futuro, pues los tres están entrelazados, ni siquiera el pasado es independiente. Envidio al barco, pues tan solo tiene que preocuparse de si se hunde o no, maldito barco, "sí, no, sí, no..." y al fin termina, pero me encuentro con el último pétalo en la mano y no recuerdo qué palabra le tocó, cierro el puño con fuerza sobre él, da igual el resultado, pues ya sabía qué iba a tocar, entonces lo tiro, con todas mis fuerzas, y se pierde en la oscuridad y yo deseo que se vaya muy lejos, más lejos que los edificios, más lejos que la gente que recoge pétalos, más lejos que la tormenta y el barco y, sobretodo, más lejos que mi pasado.

1 comentario:

  1. El barco nunca se preocupa, solo de si mismo, ha de tener en cuenta las personas que tiene a bordo, la costa y, si se va a hundir, lo hace en silencio, sin pedir ayuda, sin llamar la atención. El barco es fuerte, el orgullo de navegar sobre las olas y el coraje para enfrentarse a las tempestades es todo lo que tiene. No maldigas al barco por ser barco, sino que intenta comprenderle, y si fuese posible, no permitas que se hunda.

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