martes, 7 de octubre de 2014

mi mundo

Te escribo las mejores cartas con humo, que pierdo y se va a reunir con sus madres, las nubes. Esas mismas cartas son lo mejor que he podido hacer jamás, así que es ironía que nadie nunca las pueda observar. Pero piensa una cosa, si con mis palabras hago nubes y estas lloran, de lo tristes que son mis letras, lo que yo diga acabará llegándoos a todos, y entre todos, aunque no quieras, aunque huyas o, simplemente, aunque ni pienses en ello, te encuentras tú también.
Así que escribo para guardar y en lugar de eso, se va y, al final, se desborda la mayor plenitud.


Tal vez la culpa no sea de la gota que colma el vaso, pues llenad un vaso entero y echadle una gota, veréis como se desborda, pero muy poco, el vaso en si sigue aparentemente lleno, tal vez la culpa sea de la gota que yerra y cae en la base del vaso, y la moja, y lo hace resbalar, y al caer, no solo se desborda todo el agua, sino que también se rompe el cristal, así que no queda vaso medio lleno ni medio vacío, solo las cartas de humo que escribe alguien que duerme tapado por una manta, para protegerse de la lluvia torrencial que las nubes, cargadas de palabras, envían para pedir al humo, su descendencia, que vuelva con ellas. Y entre todo, en aquel lugar donde el mundo se convierte en una montaña y la niña de un cuento sin acabar intenta salvar a unos niños, no existen las nubes ni la lluvia, no existen las mantas, solo las capas, como tampoco existen las palabras, las cartas, los vasos ni el humo, ni tampoco la gente que ignora a otra por maldad, porque es un lugar artificial, un sitio donde refugiarse, un sitio que ha recogido lo malo para, entre tanta maldad, parecerse a cualquier otro mundo y que uno se sienta como en casa cuando observa a la niña que nunca salvará a los niños, y se dedica a intentar hacer cartas con humo.

2 comentarios:

  1. Así como aquello que en la vida tratamos de lograr, tener o incluso crear, muchas veces se desvanece y resbala entre los pequeños entresijos y escondites de nuestra mente escurridiza. Intentos de amar, de llorar o de expresar sin nada más que con el arte de las palabras y el sentimiento. Si no logramos nuestro propósito, la frustración se apodera de nosotros como un alma necesitada de un cuerpo que habitar, para que al fin, con la motivación suficiente que conlleva el querer superarse a uno mismo, hagamos lo que todos podemos pero pocos tenemos el valor de hacer: expresarnos.

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  2. ...me dejas sin palabras.

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