viernes, 17 de octubre de 2014

hablar

Pese a que muchos me acusen de insomnio, yo no escribo a las cuatro de la mañana.
Y yo que venía aquí a hablaros con un tono triste y misterioso de una extraña persona... Ya no puedo hacerlo porque pese a haber descubierto una bonita canción que ya había escuchado de una película que no he visto, no me va a salir ninguna historia. La extraña persona es una mujer que tiene un miedo que nadie más puede tener, cree que si se frota las mejillas estas se le desprenderán poco a poco al estar hechas de arena, y aunque tiene el mayor de los cuidados con su rostro, cree que cada día va perdiendo muchos granos y que algún día se quedará sin cara. Un miedo terrible, la verdad, pues es que ni siquiera es como aquel hombre que conocí una vez, ese sí que era un hombre de arena, uno que tenía sombrero, gafas, gabardina y una flor, y aunque se deshacía, se volvía a hacer, y no, no me lo he inventado, conocí a ese hombre hace cinco años, es a lo que me dedicaba en clase en vez de leer el Principito en francés, le Petit Prince. Es curioso ¿eh? en francés suena mejor porque son dos palabras, aunque no nos van a quitar que en castellano suena más divertido, lejos de la melancolía francesa. Al hombre de arena le conocí escribiendo una historia verdaderamente rara, ahí es donde por primera vez anuncié el pueblo donde nacen los héroes, que es eso, un sitio amarillo donde nacen todos los protagonistas dedicados a protagonizar historias. También es curioso que aquel personaje, no el hombre de arena, sino el protagonista, lo que buscaba era amigos, qué tierno y que raro que lo escribiese un chico de trece o catorce años. Me encantó el momento en el que entra en un mercadillo y habla con una flor, que creo que me he equivocado, el hombre de arena no tenía ninguna, y le transmite sus dudas y temores, entonces la flor le comenta que ella puede ser su amiga, ella y todas las flores de esos tiestos, pero que deberá buscar más amigos pues ellas morirían al cambiar de estación. Qué genialidad para un chaval de trece o catorce años.
Ahora pienso que tal vez no debería haber escrito todo esto, no sé, he puesto la primera frase porque dos personas me han dicho hoy que tengo entradas publicadas a las cuatro de la mañana y, no sé, me he puesto a escribir sin más, como quien sale a dar un paseo sin destino fijo, sales, vas a cualquier lado y vuelves sin que haya pasado nada relevante, supongo que será eso, necesitaba hablar, he hablado y no ha pasado nada trascendente, en mi metáfora ¿qué representará el volver del paseo? ¿dejar de escribir disparos al aire y concentrarme en volver hacer historias? Varias personas me han dicho esta semana que escribo cosas raras, una me ha llamado psicópata y tres, entre las que se incluía mi madre, me han dicho que mi última entrada era extraña o no se entendía, a veces me impresiona lo influenciable que soy. "Quien no tiene miedo a la noche es porque no ha visto nada más oscuro", que nadie haga elucubraciones, tan solo es una frase que se me acaba de ocurrir, como en la entrada "Estuve tentado de matarte mientras dormías", ése no iba a ser el título, el título iba a hacer referencia a la luna, pero no sé, al releer lo escrito me gustó la frase y la puse por título, es lo que pasa cuando piensas a las cuatro de la mañana. Hoy no me salen ni las exclamaciones.

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