viernes, 3 de octubre de 2014

En veinte minutos, que no llego.

Tengo quince minutos para escribir esta entrada, y eso es verdad, no estoy mintiendo. En cinco minutos me alarmaré viendo que son y diez y volveré aquí, a escribir, porque de seguro que me habré distraído  y andaré por alguna otra página del gran Internet (ahora mismo siento ganas de entrar en una concretamente). Me pregunto cuantas veces habré rebobinado la canción que estoy escuchando para cuando termine y si podré seguir escuchándola o tendré que cambiarla para que la monotonía no me robe la inspiración. La canción es ésa triste que inspira, y que de hecho, inspirado por su toque melancólico, escribí "Los ojos de Levita" y "el  Niño", así que Levita y el Niño son hermanos pues les concibieron la misma canción y el mismo autor, me acabo de acordar de que... ¡Mierda, quedan nueve minutos! ¡Joder que lento escribo! Imagínense todo lo que tengo que borrar y cambiar ¡Y la culpa es solo suya!
¿Y ahora que cuento? Ya sé, me trasladaré a lo que supongo que será el inmediato futuro, supongo que me levantaré, cogeré la mochila ya preparada y la sudadera bien doblada que tendré que desdoblar y bajaré las escaleras con velocidad, haciendo ese ruido que tanto me gusta, después cerraré la puerta e inconscientemente comprobaré si llevo las llaves (ojo, cuando la puerta ya está cerrada, un aplauso a mi subconsciente), me miraré al espejo del que P. dijo una vez mientras se retocaba "Muy buena idea tener un espejo aquí" y me marcharé. Espero no ver a los vecinos malos, a los vecinos menos malos ni a los perros que me ladran pese a conocerme desde hace años ¡Paso todos los días por delante de sus narices y me siguen ladrando! ¡Además desde ambos lados de la calle! ¡Pero qué narices les pasa a esos perros! Luego, en algún momento, llegaré a la parada del bus y ¡Mierda tres minutos! espero que no haya pasado. También espero que no pongan la música alta los tres cafres que se suben en la parada del colegio y también espero que pase algo interesante, una de esas cosas sorprendentes que a veces me pasan y que hacen del viaje en bus un viaje genialmente entretenido.
Un minuto, me voy que no llego.

PD: Para la realización de este escrito he salido dos minutos tarde de mi casa, he tenido que rebobinar cuatro veces la canción ésa triste que inspira, aprender que rebobinar va con "b" y pelearme con un osos de ocho metros y medio (esto último es un guiño a mi yo mismo de niño).

1 comentario:

  1. Me gusta esa forma de llevar al lector por los vericuetos de tus pensamientos y cotidianidades, reales o inventadas.

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