domingo, 20 de abril de 2014

Petra... y Yo.

Cuando mi padre me encontró bebiendo alcohol, me rompió el vaso en la cabeza.
Cuando mi madre me encontró hablándole al espejo, me mandó al psicólogo.
Cuando Silvia me encontró masturbándome mientras la espiaba desde el armario, me golpeó en los testículos.
Cuando la policía me encontró con dieciséis kilos en un coche robado, me mandó a la cárcel.

Y luego el raro soy yo,
anda y váyanse a la mierda.


Petra, cómo no, no se rindió donde el resto de periodistas lo hicieron. Después de tantos años me consiguio entrevistar, su primera pregunta, cómo no, "¿Qué se siente al ser el hombre que casi mata al presidente?", yo, chulo, con cigarrillo, gafas de sol y sombrero, contesté un mascullado "chachi", pero su cara, el que era lo más parecido a un amigo y que habíamos hecho una apuesta, me hicieron añadir "es como flotar, vas por la calle con la condena ya cumplida y la gente te reconoce, ninguna mirada queda indiferente, todas transmiten algo, tal vez miedo, tal vez admiración, la mejor la de aquel niño que me miraba con desprecio, desprecio porque se consideraba superior a mí".
Sus anotaciones, y tras estas, sus preguntas previsibles, a las que seguían más anotaciones.
Sus preguntas eran tan faltas de vida y aburridas que me empecé a plantear su amistad.
"¿Cómo te sientes?" "Desde hace tiempo solo me siento de dos formas, tranquilo o perdido".
Llegado el momento decidí ser malo, "una última pregunta", le dije.
Mi maldad provenía del conocimiento, del saber que Petra tenía un jefe, uno que en su momento había ejercido de periodista y al que le gustaba dejar su firma en los artículos más importantes, junto a las de los que de verdad habían hecho el trabajo, pero algo tenía que hacer para poder realizar tal vilez, una pregunta.
La mirada que Petra me echó significaba otro fin de amistad temporal, con éste ya serían dieciocho.
Sacó un papel de su bolsillo, uno que había sido arrugado con odio unas horas antes.
"Con lo bien que escribes ¿Por qué no explicas, cuentas, lo que la gente quiere saber? Tu forma de pensar, el por qué de tus extraños actos"
Mi sonrisa no era por su pregunta, bueno, sí, pero no. Yo había hablado con su jede hacía un par de días, le había dejado bien claro que se hacía la entrevista si ésa, mi pregunta, era la última.
Siento mucha vergüenza al pensar en mi respuesta, pues al igual que la pregunta, había ideado una fantástica respuesta, y ésta acababa de olvidárseme. Tan solo se me vinieron cuatro estupideces a la mente mal pegadas entre si.
"Para poder darme a conocer tendría que escribir cuarenta volúmenes llenos de mi vida, obra, pensamientos, filosofía, hechos transcendentales, sueños, música y arena, y al terminarlos hacer una gran hoguera con ellos, solo así se me podría conocer, querido Petra".

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