Él sabe dónde tiene que buscarla si la quiere
encontrar, son muchos años ya. Es tanto tiempo de pensarla e imaginarla que
adivina dónde va a ir o qué va a hacer, aunque sea la primera vez que lo haga.
Ahora, frente a las puertas de un camping, sabe que ella está en la cuarta
tienda contando desde el lago, en la tienda verde. Sabe también que está con
dos amigos, una amiga y un medio novio. Él sabe que podría hacer que ella
desterrase al medio novio, pero sabe también que no podría hacer que ella
volviese a quererle a él, y es eso lo que le escuece y lo que le hace no saber
si entrar en el camping.
Él sabe, porque lo sabe, que en la tienda azul que
está a solo tres tiendas de la entrada hay dos amigas muy extrañas, con una de
las cuales podría lograr tener sexo esa misma noche. Sabe que se podría
encontrar con quien ha venido a buscar llevando por la cintura el cuerpo medio
desnudo de la nueva, y que eso le haría daño a quien ha venido a buscar, pero
que no por ello ella recordaría qué era quererle a él.
Él sabe que ninguno de los caminos que escoja esa
noche, por muy perverso que sea, le hará dejar de sentir triste. Así que echa a
andar, frente a la tienda azul se detiene y hace una reverencia muy formal,
frente a la tienda verde se llena los pulmones con las manos frías. Antes de
llegar al lago se encuentra sin querer con el medio novio, él sabe quién es él
pero él no sabe quién es él. Piensa en tantas fechorías para al final pasar de
largo sin saludar si quiera. Frente al lago se quita los zapatos y se mete en
el agua vestido, porque él sabe que si nada toda la noche acabará en la cabaña
de la enfermería, y sabe que ella lo sabrá de pronto y que irá a verle, y que
no recordará qué era quererle, pero por lo menos le dirá ese insulto dulce que
le decía antes y él se sentirá mejor mientras tose fruto de la pulmonía.
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