La noche se alza. Todos la contemplan, es hermosa. Hacía ya
dos meses que no había noche, ahora las parejas y los delincuentes pueden proceder.
Al fin se pueden encender las velas. La luna, que ha tenido tiempo de engordar,
sale hermosamente bella. El poeta, que entre sudores se había desintoxicado de
la melancolía, puede ahora volver a escribir. En algunos lugares cae una lluvia sin
duda muy distinta a la del día. Los niños pueden volver a temer a los monstruos
y a la vez dormir de un tión en la cama de sus padres. Los paseos se vuelven paseos nocturnos. Los vecinos, aliviados, pueden volver a protestar por
los ruidos. Los conductores, exhaustos, despejan las calles de una vez. Los
perros ladran y las discusiones cobran forma de personas. Pobres todos, que no
saben que ahora la noche se quedará por otros dos meses.
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