miércoles, 12 de marzo de 2014

De tal clavo, tal astilla.

¿Cambian las cosas?
¿Las cosas cambian?
Tom piensa que no.
Martin, que sí.
Por eso Martin mató a Tom, para decirle mientras se desangraba "¿No cambian las cosas, Tom? ¿no te mueres?"
Menos mal que a Martin le llevaron a prisión. ¿No debería decir "Tom pensaba"? al fin y al cabo está muerto, bueno, a lo que iba, un día me tocó entrevistar al hijo de Martin, y esto es lo que me encontré, aunque no tiene nada que ver con lo que os acabo de narrar, padre e hijo solo tienen en común la obsesión con el polvo, el amor por los tres tragos de agua cuando tienes sed y lo que les gusta mirarse la cara muy cerca del espejo después de habérsela mojado y pensar que son el personaje de una película que, según el padre está loco y según el hijo, poseído.

Llegué a aquella especie de bar que habían alquilado para ellos, el humo, en el ambiente, era el anfitrión, un hombre con sombrero y gafas de cerca tenía un boli y papel y por ello era el centro de atención, o más concretamente, dónde se centraba la atención, allí había más personas, algunas sentadas, otras de rodillas sobre la silla para inclinarse mejor sobre el papel y un par pululaban por la habitación pensando. La única luz era una lámpara del techo que bajaba hasta encontrarse como a un metro de la mesa.

-¿Cuando ponemos el día de la resurrección?
-Eso de "poner" suena muy mal...
-Pero es que si no sabemos cuándo fue, pues tenemos que poner algo simbólico.
-El veinte.
-Sí, eso, el veinte.
-Decidido pués, resucitó el veinte- Anotó algo el hombre del sombrero.
-El siete hay que poner algo.
-Mmm...
-¿Qué tal algo así como "el día de los regalos"?
-Me gusta ¿Un día en el que haya que regalar a todo el mundo muchas cosas?
-A mi me suena bien.
-Peerfecto.
-¿Qué ponemos el 32?
-¿El día del libro?
-No, eso ya está puesto.
-¡Ya lo tengo! "el día de regalar un libro"
-Mmm no, ya tenemos uno parecido con rosas y libros.
-Oh sisi, ya lo tengo, mirad, sería un día para fomentar la lectura peero no se podrían regalar libros, estaría prohibido, entonces habría que regalar de todo menos eso y así al día siguiente "la gente tendría un vacío de lectura".
-Adjudicado, me encanta, es sublime.
-Pues esto ya está... ah no, vale vale, falta el veintisiete ¿chicos?
-¿Día de la Luna?
-¿Día del perezoso?
-¿Día de los "+"?
-¿Día de los días?
-No no, necesitamos algo más cálido, más cercano, algo con la familia y ese royo.
-Mmm ¿Día de la familia?
-¿Glorioso día de los abrazos?
-¡Callad! ¡Que ya lo tengo! "Día de los cumpleaños", será como que todo el mundo cumple los años ese día.
-¡Reinará la anarquía mala!
-Perfecto, bueno muchachos, encargaos de esto- el hombre del sombrero y las gafas le entregó la hoja a otro hombre mientras se levantaba- que yo tengo una entrevista con el muchacho aquél de la puerta.
-¿Hasta el martes?
-Hasta el márcoles.

-Qué chico ¿nos vamos?
-Eh... si sí, claro.
Aquella tarde llené mi cuaderno de notas con cosas que me contaba como cuando se dejó barba, cuando se compró un pájaro azul que no cantaba, cuando se le pasó tanto el arroz que se le hizo sopa... pero yo, para que nos vamos a engañar, aun con el recuerdo de la extraña velada... quería cosas más interesantes, que seguro que las había. En un momento dado me preguntó.
-Oye ¿Cómo te llamas?
-Miguel.
-Dime Miguel ¿Cambian las cosas? ¿Las cosas cambian?-Me quedé helado.
-Cla.. ¡claro que cambian!
-Vaya... te pareces a mi padre...

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