domingo, 2 de marzo de 2014

En mi querido tren.

Volvían tres amigos, no de un país lejano, sino de una ciudad cercana, y volvían en tren.
Dos estaban tremendamente cansados, uno por temas personales y el otro por estar malo, además de lo que cansa ir por allí y luego para allá. El tercero no se sabe muy bien como estaba, seguramente bien, se habría aburrido algo, pero no se lo había pasado mal.
Un cansado y el que estuvo aburrido empezaron a hablar, como no me acuerdo de qué, me lo invento.
-Como molan los átomos y esas cosas de ciencias que hacemos.
-Ya te digo, ¿te he contado alguna vez el experimento de las dos rendijas y el teorema de incertidumbre?
-Si... hace un rato.
Y claro, como el otro cansado, el que no estaba en la conversación, no sabía de ciencias por ser de ciencias... sociales, no entendía nada, así que preguntaba.
-Oye, contadme otra vez eso de que los protones no dan vueltas sino que se mueven por probabilidad o algo así- Y descubrió, fascinado, que debía hablar muy bajo o algo así, porque no parecían oírle, no le contestaban.
-Como molamos los de ciencias.
-Si, nuestras matemáticas son mucho más difíciles pero aun así fardamos, como si molase estudiar más.
Entonces fue cuando el incomprendido cansado, al ver que daba igual lo que dijese, se puso a contar historias.
-¿Sabéis que hace poco abracé a un delfín azul?
-Y el chico ese de nuestra clase que está de un pesado con una chica.
-Y el otro día atraqué al presidente
-Es que sí, además de obsesionado vive en su mundo.
-¿Os imagináis un mundo en el que todos fuesen mimos?
-Y encima me habla el otro día para decirme "ya he terminado de estudiar mates, me voy a echar una siesta jaja"
-Sería divertido empezar a robar pequeñas cosas, botones, tizas, chinchetas, un zapato, muchos tornillos, pilas, algún cristal, algunos coches, tuberías, quizá un par de personas... y ver como se vuelve loco el mundo sin las pequeñas cosas.
-Y también es eso, dice que estudia mucho pero luego las suspende todas.
-¿Qué os parece la chica con la que he bailado hoy? Ya sé que la conocíamos, pero la he visto con otros ojos...
-El otro día me dijo que había estado cinco horas en la biblioteca.
-Sería curioso, quizá le diga algo, no querría una relación seria pero si vernos a veces y tal, además, recuperaría mi querido Renfe, aunque en distancias más cortas.
-Ya estamos llegando.
Y de repente el tren paró, y en ese preciso segundo que todo quedó en silencio, el chico que había dicho alguna cosa cierta y alguna que no, mezcló ambas y exclamó.
-¡Creo que la quiero!
Que miradas le echaron, menos mal que habían llegado, "estos de ciencias están locos" murmuró, y al salir del tren volvieron a su conversación, sobre lo mucho que tenían que estudiar, sobre aquél pesado y sobre las curiosas reacciones químicas y sus fórmulas hipercomplejas. El cansado marginado pensó en que pasaría si asaltaba a aquella chica con la que se estaban cruzando, la de la bufanda roja, y le contaba lo que les había contado aquellos dos, probablemente la enamoraría sin solución, así que mejor no lo hacía.

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