lunes, 31 de marzo de 2014

Margarita.

Si no fueses una persona, si fueses una oficina, iría a reclamar. Reclamaría con mil papeles que no entiendo, que ya no me llamas a las cinco de la mañana para molestarme y ganar apuestas, reclamaría que ya no me invitas a comer para que te haga yo la comida, reclamaría que tu sonrisa ya no me sirve de café por las mañanas. No reclamaría, por vergüenza a que lo lea quien archive los papeles, que ya no me dices esas dos palabras que, según tú, no has dicho antes a otra oficina como soy yo, que ya no me cuentas lo que te preocupa, eso que te hace sentir una niña, y con lo que te echas a reír después.
Es una pena que no seas oficina, aunque supongo que al ser persona te es más fácil demostrar que eres mucho más de lo que pueda parecer, en fin, yo me lo pierdo.
Me acuerdo aquella vez que yo iba con prisa y tú distraída, nos cruzamos, cada uno por una acera y el genio de los buenos momentos me dijo "llega cinco minutos tarde, pero vuelve sobre tus pasos" y así lo hice, sorprendiéndote con un "¿qué te pasa?" y alegrándote con mi interés, luego, claro, me tuve que marchar, pero te dejé un papelito ¿te acuerdas de qué ponía? espero que no, porque esto me lo acabo de inventar. Nunca supe si te molestaba que yo eligiese la forma larga de tu nombre mientras que todos, todos, sin excepción, lo acortasen. Quizá escriba mi reclamación en un papel y te la haga llegar, no se, me lo pensaré.
¿Te acuerdas de la vez que nos enfadamos hablando por teléfono, colgaste y yo pensé "termino de escuchar esta canción y la llamo"?   Yo no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario